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Encuesta CEP: ¿problemas para el proceso constitucional o para la democracia? Opinión Créditos: Agencia Uno.

Encuesta CEP: ¿problemas para el proceso constitucional o para la democracia?

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Álvaro Zavaleta Sahr
Por : Álvaro Zavaleta Sahr Cientista político, UDP.
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El cansancio con la política también lleva a que la gente pueda cansarse de tediosas conversaciones sobre procesos políticos, lo que a muchas personas las podría llevar a buscar mayor rapidez en estos procesos, algo peligroso para la democracia que tenemos, la cual involucra más tramitación y discusión que un autoritarismo. Por ello mismo es peligroso ver el incremento en actitudes antidemocráticas, las cuales, si bien todavía no conllevan un aumento excesivo, sí resultan una temática sobre la que se debe estar atento. El proceso constitucional no ha estado exento de problemas democráticos y, a diferencia del anterior, que tuvo mayores críticas al actuar de la Convención, este fue criticado por la poca accountability política que posee ante la ciudadanía, desde la existencia de diversos “expertos” que van a influir en la discusión sin ser electos por la sociedad, hasta la delimitación de las reglas que estarán presentes en la discusión por parte del Congreso.


El miércoles 4 de enero se publicaron nuevos resultados de la encuesta CEP, exponiendo algunos indicios sobre la opinión pública actual, algo que puede ser útil para analizar diversas problemáticas, sin embargo, en este caso veremos qué podrían implicar estos resultados para el proceso político actual, específicamente donde el tema central es el proceso constituyente.

Primero, se debe mencionar que la encuesta CEP trata sobre diversos temas, desde las preocupaciones de la ciudadanía hasta la confianza que poseen hacia ciertas personas o instituciones. La mayoría de estas temáticas no tratan específicamente sobre el nuevo proceso constitucional, pero se pueden analizar en relación con este, ya que involucra al proceso político que se vive en Chile.

Debemos partir mostrando la paradoja que existe entre la gran cantidad de esfuerzo que se está realizando para llevar a cabo el proceso constituyente y la baja importancia con respecto a otras temáticas que la ciudadanía afirmaría que deberían significar para sistema político, especialmente en términos de hacia dónde lleva su esfuerzo. Esto se debe a que en la encuesta se preguntó por los tres principales problemas a los que el Gobierno debería dedicar mayores esfuerzos y solamente un 3% contestó que la Constitución era una de esas prioridades (considerando que es un universo de 300%, ya que las personas contestan 3 veces). En cambio, la delincuencia, asaltos y robos tuvo una mayoría mucho mayor, al obtener un 60% de importancia, seguida de un 32% en salud, 31% en pensiones y un 26% en educación.

Podemos pensar que esto nos exhibe una ciudadanía cansada de un proceso agotador y que busca seguridad en su día a día, pero que también espera algo de mejoras en derechos sociales, como lo son la salud, pensiones y educación. Justamente en los resultados se puede confirmar que la ciudadanía está cansada del sistema político. Esto se puede ver esencialmente en dos preguntas: primero, se observa que un 64% calificaría como mala o muy mala la situación política del país y solamente un 6% afirmaría que es buena o muy buena; segundo, la confianza en las instituciones políticas es realmente baja, donde el Gobierno posee un 16% de confianza, el Congreso un 8% y los partidos políticos un 4%.

La baja confianza en las instituciones, especialmente en los partidos y el Congreso, confirma la crisis de representatividad presente en Chile que ya han señalado diferentes académicos, como el mismo Arturo Valenzuela, el cual afirma que esta crisis lleva desde la vuelta a la democracia y puede afectar a la democracia negativamente, al favorecer la aparición de liderazgos unipersonales y menoscabar el Estado de derecho del país (Valenzuela, 2011).

Cuando observamos estos problemas es importante ver la actitud que posee la sociedad civil hacia la democracia. En la encuesta podemos ver que un 49% afirma que “la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno”, el cual, si bien no resulta un porcentaje tan bajo, sí resulta más alarmante al ver que este bajó desde el 64% de respuesta afirmativa que poseía en diciembre del 2019. Por el otro lado, la misma pregunta posee un 25% de personas que afirman que “a la gente como uno, le da lo mismo un régimen democrático que uno autoritario” subiendo 8% en relación con diciembre del 2019, incluso un 19% afirma que “en algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a otro democrático”, subiendo desde la misma fecha 7%. Un aumento de respuestas antidemocráticas como estas puede resultar un problema, especialmente acompañado de baja confianza en las instituciones y una creencia de que el sistema político no está funcionando.

Ya volviendo a la Constitución, supongo se están preguntando ¿qué tiene que ver todo esto con el proceso constituyente?; pues, demasiado. Para empezar, este es el proceso que más ha abarcado esfuerzos por parte de las autoridades políticas, conllevando que estos tuvieran que discutir diariamente para conseguir un acuerdo de nuevo proceso constitucional, siendo noticia en diversos momentos.

No solamente el proceso de acordarlo involucró esfuerzos, durante el nuevo Consejo Constitucional la opinión pública no estará para nada exenta del proceso, abarcando esfuerzos de los partidos para conseguir representantes, intentar influir en la discusión, y así podríamos seguir. Pero, justamente, la gente menciona que este no debería ser una temática donde se pongan tantos esfuerzos, por lo que la preponderancia de este tema podría aparejar una opinión (incluso) más negativa sobre el sistema político.

El cansancio con la política también lleva a que la gente pueda cansarse de tediosas conversaciones sobre procesos políticos, lo que a muchas personas las podría llevar a buscar mayor rapidez en estos procesos, algo peligroso para la democracia que tenemos, la cual involucra más tramitación y discusión que un autoritarismo. Por ello mismo es peligroso ver el incremento en actitudes antidemocráticas, las cuales, si bien todavía no conllevan un aumento excesivo, sí resultan una temática sobre la que se debe estar atento.

El proceso constitucional no ha estado exento de problemas democráticos y, a diferencia del anterior, que tuvo mayores críticas al actuar de la Convención, este fue criticado por la poca accountability política que posee ante la ciudadanía, desde la existencia de diversos “expertos” que van a influir en la discusión sin ser electos por la sociedad, hasta la delimitación de las reglas que estarán presentes en la discusión por parte del Congreso.

La misma Comisión Chilena de Derechos Humanos (CChDH) afirmó que el Acuerdo por Chile vulnera tratados internacionales sobre derechos fundamentales (los cuales están firmados por Chile). Específicamente, afecta gravemente el derecho de libre determinación y el derecho que tiene la sociedad civil de participar en la dirección de asuntos públicos.

Por todo esto, el proceso constitucional no está exento de afectar la democracia en Chile, especialmente al comenzar de esta forma. La confianza de las personas sobre el sistema político está en juego y si los partidos políticos, el Congreso y el Gobierno no logran articular bien este proceso, puede terminar en otra decepción política para la ciudadanía, la cual paso a paso va minando la confianza en la democracia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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