Provecho o fruto abundante que se saca de algo y/o recolección y cosecha de la uva, es como la Real Academia Española define el concepto vendimia.
En Chile sacamos provecho abundante de la uva vinífera, distinta de la uva de mesa, para elaborar vinos de muy buena calidad y así lograr ubicarnos como el cuarto exportador detrás de Italia, España y Francia, y como el octavo productor a nivel mundial, según la Organización Internacional de la Viña y del Vino (OIV) () al 2020.
Entre marzo y mayo, en estas latitudes, se lleva a cabo uno de los procesos más importantes en la elaboración de los vinos: la vendimia. Esta consiste en la recolección de los racimos de uva, manualmente o con máquina, los que posteriormente darán vida a los diferentes vinos, según el tipo de uva o cepa, que comúnmente conocemos como el Cabernet Sauvignon o Carmenere en el caso de las cepas tintas o los refrescantes Sauvignon Blanc y Chardonnay en el lado de los blancos.
En este contexto, se debe mencionar que detrás del proceso de cosecha hay mucho trabajo, cuidado y sacrificio, los que en su conjunto funcionan perfectamente para dar a luz cada racimo. Y eso, hay que celebrarlo. De ahí que recibir cada año los nuevos racimos se convierte en una verdadera celebración.
Por eso que en estas fechas nos vemos felizmente invadidos de una serie de fiestas de vendimia, las que representan el bautismo y festejo del comienzo de un nuevo vino después de tanto trabajo.
Entonces, no podemos perdernos la oportunidad de celebrar cada vendimia para aprovechar la infinidad de vinos que pueden acompañar una buena mesa de amigos, un encuentro familiar o simplemente un momento de lectura o espacio personal.
Es el momento de aprovechar lo que las viñas nos muestran en cada una de las fiestas, para averiguar sobre las diferentes propuestas o simplemente disfrutar del vino y la buena mesa. La invitación queda abierta para atreverse a experimentar las bondades de la vendimia.
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