En el marco del día de la papa a celebrarse este 30 de mayo, nutricionista explica sus propiedades y la manera más saludable de cocinarla.
La papa, ese humilde tubérculo originario de los Andes, ha conquistado paladares y mesas en todo el mundo, convirtiéndose en un alimento fundamental para la seguridad alimentaria global. Pero ¿qué la hace tan especial?
Según Claudia Rojas, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética UNAB, la papa es un alimento sumamente rico en nutrientes, “es una fuente invaluable de carbohidratos complejos, fibra, potasio, vitamina C, B6 y B. Además, aporta proteínas, hierro, zinc y fósforo”.
Una porción de papa contiene 3,5 g de fibra, lo que equivale al 14% de la ingesta diaira recomendada, lo que la convierte en un alimento completo y nutritivo, ideal para incluir en una dieta balanceada.
Por otro lado, la nutricionista señala que su suave sabor y textura adaptable la convierten en un ingrediente versátil en la cocina, “se puede cocinar de muchas maneras: con y sin cáscara, frita, horneada, cocida, al vapor, en puré, sopas, guiso, pastel y ensaladas”.
Rojas sostiene que para aprovechar al máximo sus nutrientes se recomienda cocinarla con piel, al vapor o hervida y evitar freírla o añadirle un exceso de grasa en su preparación.
En este caso, sugiere preferir su consumo en freidora de aire, pero con la salvedad de que esta práctica aumenta la porción y la frecuencia de su consumo.
Si bien la papa es un alimento saludable, su consumo excesivo, como el de cualquier otro alimento, puede tener consecuencias negativas. “Se considera un exceso cuando supera las tres porciones diarias y se acompaña de métodos de cocción poco saludables, como, por ejemplo, frita”.
La académica indica que la papa es apta para personas con diabetes, siempre y cuando se consuma con moderacipon y se controle el tamaño de las porciones: una papamediana (150 gramos) y una vez por semana.
Asimismo, es segura para aquellos con enfermedad celíaca, pues no contiene gluten.
Rojas enfatiza en que la papa no es solo un alimento, sino que también un símbolo de la capacidad humana para adaptarse y aprovechar los recursos naturales para su supervivencia.
“Su importancia va más allá de lo nutricional, ya que es un pilar fundamental para la economía y la cultura de muchas regiones del mundo. Consumirla de forma responsable y aprovechar sus múltiples beneficios nos permitirá disfrutar de un alimento rico, versátil y con un gran valor cultural e histórico.”, expresa.