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Mirai: una deliciosa cocina japonesa de experimentación propia  Gastronomía

Mirai: una deliciosa cocina japonesa de experimentación propia 

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Paula Peñaloza
Por : Paula Peñaloza Periodista @bitacoradeunasibarita
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Han pasado solo un par de meses desde que Mirai: Food Lab abrió su nuevo y más espacioso local en Factoría Franklin. Sí, subieron del primer al segundo piso y pasaron de tener 80 metros cuadrados a 250, en donde Misha Fukuda, Ignacio Roa y Benjamín Roa, reversionan clásicos de la cocina japonesa y experimentan en su laboratorio de productos fermentados. 

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El cambió fue debido a que el primer local -también ubicado en Factoría Franklin– les quedó chico. En este espacio habían instalado una pequeña barra de ramen que no tardó en ser abarrotada por los comensales curiosos e impacientes por probar sabores asiáticos, aunque el proyecto inicial viene a partir de la creación de kombuchas, misos, kimchis que continúan despachando exitosamente, como la bebida fermentada, a cerca de 35 locales. Hoy, restaurante y laboratorio se combinan con satisfacción. 

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La carta es pequeña y no necesita ser más. Todo lo que allí se propone cumple muy bien, como el suave Sando ($7.000) con un cerdo crocante y una fresca coleslaw entre dos pancitos llamados Shokupan -pan japonés- que tiene un toque dulce. Otro imperdible son los Baos ($6.000) que los hay carnívoros -cerdo y camarón- o vegetarianos y se preparan al vapor con aceite de merkén, lo que hace que queden jugosos y esponjositos. ¡Ah! no dejes de probar su Karaage -pollo frito- ($6.000).

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Además de rico, lo entretenido de ir a Mirai es su extensa barra que cobra vida propia y contagia a todo el local. Allí, puedes ser testigo de cómo se arman la mayoría de los platos que salen a la mesa, como los más de 200 ramen diarios que preparan sábados y domingos (atienden también los viernes) ¡Una locura! 

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En esta categoría el Tonkotsu ($12.000) y el Tantanmen ($11.500) son las estrellas. El primero es un caldo de huesos de cerdo con cochayuyo, camarones y sardinas, fideos de trigo, aceite de merkén, panceta flambeada y solomillo de cerdo, pickle de la casa, huevo curado y kikurage -una especie de hongo-.

Por su parte el Tantamen se caracteriza por su espeso caldo de sésamo negro, maní y leche de coco, fideos de trigo, kimchi, aceites de merkén y huacatay, pickle de la casa, cebollín, maní, huevo curado y puede venir en versión carnívora o vegetariana, reemplazando el cerdo por tofu frito. Ambos, diferentes. Ambos, platos muy audaces que conquistan por su sabor y preparación. 

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“Nosotros siempre hablamos de la experiencia. Nos gusta ofrecer algo distinto y venir a Mirai vale la pena. Creemos que tenemos un local muy lindo, nos preocupamos mucho del detalle y eso tiene que ver con haber vivido afuera. Hay muchos locales hoy en día en Chile que lo están haciendo -con relación al concepto de fine dinning– y eso se agradece”, comenta Ignacio Roa. 

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Y para un local con la calidad de Mirai, el siguiente paso resultaba ser un poco lógico: van a abrir en el Mercado Urbano Tobalaba (MUT) -se espera que a principios de este 2025-. Allí, la barra tendrá una capacidad pequeña, parecida a lo que tenían en su primer local, pero con la ventaja de tener todo un sector para sentarse. Aún así, Ignacio y Misha cuentan que no quieren perder la idea de la barra de ramen para invitar a vivir una experiencia japonesa lo más auténtica posible. 

Sobre el MUT Misha dice: “Estoy nerviosa, pero ansiosa de ver qué podemos hacer cuando tengamos que abrir todos los días. La locación es muy diferente y por eso también tengo algo de incertidumbre, ya que hay mucho restaurante de ramen en el entorno”. 

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Antes de terminar, no puedes dejar de probar el Mochi Cake ($7.000) un postre vegano de tarta con masa de mochi, helado de vainilla, toffee con miso y nueces. Fresquito y coqueto. Y podemos saborear todo mejor si combinamos los platos con un gin con kombucha de Rica Rica, ideal para estos días de tanto calor. 

Fermentos, tienda de productos, barra de ramen, ampliación, cocina experimental, próxima apertura. Mirai tiene una vibra única y un ritmo de crecimiento que muchos quisieran, pero que no todos merecen. Esos platos que evocan emociones y que te hacen querer volver por más.

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