Cientos de delfines de río han muerto en Brasil y miles se encuentran amenazados en toda la cuenca amazónica, durante la peor sequía registrada en los últimos 30 años.
La alta temperatura del agua, que ha alcanzado hasta los 41 grados en el lago amazónico brasilero Tefé, es una de las causas de la muerte de 154 delfines en esa zona registradas en el último mes, dijo en entrevista para DW Daphne Willems, líder de la iniciativa para los delfines de río y sus afluentes de World Wild Life (WWF), que acaba de comprometer a 11 países asiáticos y suramericanos para evitar su extinción.
El Amazonas, el bosque tropical más grande y biodiverso del mundo, alberga cuatro de las ocho especies de delfines de río que existen en la Tierra. Las otras especies viven en el río Ganges, Irawadi y el Yangtze en Asia.
Entre las especies de delfines de río más representativas que están en riesgo de desaparecer y que viven entre Colombia, Brasil, Perú, Bolivia, Venezuela y Ecuador, están el delfín rosado, reconocido por su gran tamaño (2,60 metros), y el delfín gris, caracterizado por ser de los más pequeños (1,60 metros) y tener el hocico corto y delgado.
Pero no sólo la histórica sequía en el Amazonas está matando a los delfines de río, están muriendo también a causa de la pesca insostenible, la deforestación, la contaminación y la construcción de represas que impactan en el caudal natural del río, destacó a DW desde Bogotá Daphne Willems, representante de WWF.
La holandesa Willems, junto a su equipo, planteó ocho acuerdos globales desde WWF, entre los que está crear una red de áreas protegidas y mejorar la gestión de los hábitats de los delfines de río para frenar la desaparición de esta especie.
11 países asiáticos y sudamericanos firmaron el 24 de octubre de 2023 en Bogotá un acuerdo histórico para salvar de la extinción a las seis especies supervivientes de delfines de río del mundo.
Los países firmantes, entre los que se cuentan la India, Bangladés, Colombia, Brasil, Ecuador, Venezuela, Bolivia y en camino Perú, se comprometieron a aumentar los tamaños de las poblaciones de los delfines de río, reducir la contaminación, así como educar y concientizar a las comunidades indígenas, campesinas e incluso citadinas frente al riesgo de extinción en el que se encuentran estos cetáceos de agua dulce.
“También se sabe que, en toda la Amazonía, los niveles de mercurio encontrados en los tejidos de los delfines es más alto que lo que se ha permitido para los humanos desde la Organización Mundial de la Salud”, remarcó Willems para DW durante su visita a Colombia.
“Tenemos que restaurar los ecosistemas y ríos para que sean más resilientes a los efectos del cambio climático, no sólo por los delfines, nosotros como especie humana también dependemos de ellos”, concluyó Willems.
Según Naciones Unidas, este 2023 es uno de los cinco años más calurosos en la historia de la humanidad, dice Vanessa Torres, abogada ambientalista de la Universidad del Rosario y subdirectora de la ONG Asociación Ambiente y Sociedad.
Torres subraya además la necesidad de reconocer al Amazonas como un ecosistema vulnerable frente a la crisis climática global, producida por los motores de la deforestación, la actividad petrolera y minera como legal e ilegal, que termina impactando en los ríos y en sus delfines.
“Aunque es normal que por esta época (agosto a octubre), baje el nivel del río Amazonas, nunca se había visto hasta este punto”, dijo a DW, Rafael Clavijo de 48 años, gerente de la reserva del parque ecológico “Mundo Amazónico”, ubicado en la capital amazónica colombiana, Leticia, en donde albergan 350 especies de plantas y decenas de animales salvajes para la conservación y contemplación de la flora y fauna Amazónica.
“Las autoridades ambientales tanto de Perú, Colombia y Brasil, han venido reportando unas alertas rojas para incluso la navegabilidad de la cuenca amazónica”, remarcó Clavijo. (ms)