Chile ha evidenciado un gran interés de convertirse en un país carbono neutral al año 2050, lo que ha quedado demostrado con la actualización de la Política Energética Nacional y con la definición de una ruta para la implementación de la electromovilidad.
Se avanza, quizás a paso lento pero seguro, considerando los desafíos propuestos en la estrategia nacional al 2035 y 2050. Sin embargo, aún quedan oportunidades y desafíos por resolver, como de infraestructura, regulación y capacitación, resultado de un trabajo público-privado que allane aún más el camino hacia una movilidad sostenible. Temáticas que intentan ser resueltas, o al menos profundizadas, por la Hoja de ruta para el avance de la Electromovilidad que trazó el gobierno.
En esa línea, la infraestructura de carga es uno de los retos más importantes, y actualmente el más retrasado, para permitir un despliegue más acelerado de la electromovilidad. Proveer de un punto de carga es fundamental para una movilidad “sin riesgo”. En lo que respecta al transporte público, al menos en la Región Metropolitana, este ha tenido un avance importante, situándonos segundos a nivel mundial en el número de buses eléctricos en funcionamiento, gracias a diferentes políticas que han sido implementadas en buses y taxis colectivos, favoreciendo el recambio de la actual flota. A pesar de esto, aún se está en deuda con el resto del país, es importante lograr descentralizar estos avances.
Otro elemento fundamental que Chile debe abordar y pronto, es el de minimizar las brechas de conocimiento. Disponer de personal técnico capacitado, así como personal de emergencia, debe ser prioritario. En este aspecto, desde la Universidad Andrés Bello, a través del Centro de Transformación Energética, estamos trabajando en la creación de programas capaces de abordar los distintos desafíos tecnológicos. Con este propósito se incorporó la carrera de Ingeniería Civil Eléctrica que, en la UNAB, a través de una malla curricular renovada, tiene la particularidad de tratar temáticas indispensables para el cuidado del medio ambiente, como precisamente lo son el uso masivo de energías renovables y la electromovilidad.
En este sentido, es importante que nuestra matriz energética sea capaz de incorporar fuentes de energías renovables por sobre las convencionales, lo que sin duda trae consigo la necesidad de resolver también aspectos operativos, como cuánto, quién y cómo se cobrará por cada recarga. Finalmente, el incremento en el mercado de vehículos eléctricos, con mayor apertura de marcas y modelos permitirán también acotar el tiempo estimado (10 años aproximadamente) en que se espera que el valor promedio de un vehículo eléctrico sea similar a uno a combustión. Para de esta forma, democratizar los valores y posicionar a Chile en la vanguardia de la movilidad sostenible.