Con playas paradisíacas, de arena blanca y aguas cristalinas, Tailandia se ha alzado como una de las grandes potencias del turismo mundial. Pero en medio de los incentivos para recuperar la economía, aún busca la fórmula para hallar el equilibro entre turismo masivo, desarrollo económico y sostenibilidad.
Sus atributos naturales, cuyos paisajes varían desde idílicas islas hasta bucólicos parques nacionales con abundante vida salvaje, son una de las principales razones detrás de la popularidad del país, donde la industria turística suponía entre un 12 % y 20 % del producto interior bruto antes de la covid-19.
No obstante, la crisis sanitaria supuso un batacazo para la economía, por lo que las autoridades han lanzado diversas medidas, como exenciones de visados y seguros de salud a los extranjeros, para recuperar terreno -lo que podría poner en jaque algunas de las biósferas más emblemáticas, como Maya Bay de las islas Phi Phi.
El archipiélago, el principal destino turístico del país y escenario de la película ‘The Beach’ (2000), recibió casi dos millones de visitantes solo en 2016, lo que provocó estragos generalizados al ecosistema y obligó el cierre de Maya Bay por cuatro años, explicó el biólogo Thon Thamrongnawasawat.
“El intenso tráfico de barcos y el turismo desenfrenado tuvieron un enorme impacto en los arrecifes de coral y los tiburones de la zona. Antes teníamos una cobertura de corales de más del 50 % de Maya Bay y para el año en que cerramos, en 2018, sólo había un 8 %”, dijo Thon, quien actúa como asesor de las autoridades medioambientales.
Para este 2024, Tailandia confía en recibir cerca de 35 millones de turistas -muy cerca del récord de 38 millones registrados en 2019, antes de la covid. Al mismo tiempo, busca intensificar las medidas de conservación en lugares emblemáticos como Phi Phi.
Esas acciones incluyen la prohibición de que los barcos anclen en ciertos sitios, la limitación de aforo de hasta 3.000 turistas diarios en Maya Bay, el veto de bañarse en la bahía y el impulso de las labores al lado del sector privado y la comunidad local para la restauración de corales, fauna y flora en las islas.
Expertos consultados por EFE ven como un buen comienzo las medidas, sobre todo las en Maya Bay, y reconocen el éxito del proyecto que permitió el regreso de varias especies, pero alertan que iniciativas puntuales son ineficaces a largo plazo, ya que todos los ecosistemas están conectados.
“Los tiburones de punta negra, por ejemplo, habitan en Maya pero no se quedan solo allí, sino que circulan por áreas más amplias para encontrar alimentos”, indicó Darlee Amsungnoen, de Greenpeace Tailandia.
“Por eso, cerrar solo Maya Bay no ayudaría mucho a largo plazo. Es necesario adoptar un enfoque más general que englobe todo el ecosistema marino e incluya también todas las áreas cercanas”, completó.
La activista recuerda que el ecoturismo se ha puesto “cada vez más de moda” y la preocupación ambiental pasó a ocupar un papel central entre las prioridades de los viajeros a la hora de elegir sus destinos.
“Claro que queremos viajar y tenemos muchas ganas de ver esos paisajes, pero al mismo tiempo queremos proteger todo esto”, aseguró a EFE el chino Tao Meng, quien dice sentirse “en otra parte del mundo” al pisar las blancas arenas de Maya Bay.
La mayor concienciación ambiental de los turistas también lleva a que muchos hoteles, empresas y establecimientos se dieran cuenta de la importancia de la gestión sostenible.
Cada vez más, “cuestiones como reducir la huella de carbono y tener actividades sostenibles están subiendo en la lista de prioridades”, indicó en una rueda de prensa el gerente general del SAii Phi Phi Island Village, Bart Callens.
“Antes la preocupación de los huéspedes era el tamaño de la televisión, de la cama o el aire acondicionado. Ahora, cada vez más se preocupan de si el hotel te brindará una experiencia ecológica completa”, sintetizó.
Para el director ejecutivo de S Hotels and Resorts, Michael David Marshall, aunque la adopción de medidas más sostenibles suponga un desafío, una vez puestas en marcha se vuelve “más y más fácil” seguir implementándolas.
Pero encontrar el equilibro entre desarrollo económico y preservación no es fácil.
“La gente siempre busca lugares hermosos donde no haya contaminación ni basura, pero lamentablemente traen la contaminación y la basura consigo y al final destruye lo que quiere ver”, ponderó el turista alemán Peter Funger.