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5 de los oasis más excepcionales del mundo (y cuál se encuentra en América Latina) Viajes Crédito: GETTY IMAGES

5 de los oasis más excepcionales del mundo (y cuál se encuentra en América Latina)

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Por milenios, los oasis nos ha atraído y cautivado, y han ofrecido descanso al viajero del desierto, con piscinas al aire libre y el alivio de la sombra de las palmeras.


Los oasis son como un milagro de la naturaleza.

Con un poco de agua, las tierras más áridas de repente explotan en exuberancia, y dan frutos tan dulces como los dátiles y los higos.

Son en realidad islas en vastos mares desérticos.

El agua de lluvia, que cayó hace cientos de años y se acumuló en manantiales o acuíferos subterráneos, brota a la superficie y hace posible la vida de fauna y flora.

También de la humanidad, cuya historia en esos refugios naturales se remonta milenios: en el bíblico oasis de Ein Gedi, en el valle del Mar Muerto, se han hallado pruebas de asentamientos que datan del año 6000 a.C.

Además, han marcado la ubicación de comunidades y rutas comerciales.

Desde siempre, han sido un bien precioso.

El desierto del Sahara, por ejemplo, alberga alrededor de 90 oasis importantes, pero siendo el más grande del planeta, hay que recorrer largos caminos para encontrarlos.

En contraste con la vasta extensión de los desiertos del mundo, que se mide en miles o millones de kilómetros, el más grande de los oasis ocupa menos de 100 kms².

Por eso, todos son valiosos y excepcionales.

Aquí resaltamos cinco, en un viaje alrededor del mundo.

Oasis Yueyaquan, China

El oasis, azul y con forma de medialuna

Crédito: GETTY IMAGES

Enclavado entre las dunas doradas del desierto de Gobi, en la provincia de Gansu, China, el oasis Yueyaquan, que significa Lago de la Media Luna (también conocido como el Manantial de la Luna Creciente) parece un oasis de cuento de hadas.

La piscina es diminuta y sus aguas cristalinas.

Se estima que el oasis tiene 2.000 años de antigüedad y fue una importante parada para los viajeros de la antigua Ruta de la Seda.

En Occidente, fue popularizado por el libro “El desierto de Goby”, de las misioneras protestantes Mildred Cable y Francesca French, quienes recorrieron la región durante más de 10 años.

Al oasis llegaron en un momento crucial, según su propio relato:

A nuestro alrededor solo podíamos ver altísimos montículos de arena, testigos de nuestra inútil búsqueda. Hasta que, con un desesperado esfuerzo final, nos alzamos sobre la última cresta y miramos hacia abajo.

Vimos un lago, y su belleza era cautivadora“.

Sin embargo, estuvo en peligro de ser absorbido por el desierto circundante.

En la década de 1990, se descubrió que el nivel promedio del agua había descendido de cinco metros a tan solo uno.

Afortunadamente, en 2006 se tomaron medidas para rellenarlo y preservar su impresionante belleza.

Oasis de Huacachina, Perú

El oasis rodeado de árboles y casas

Crédito: GETTY IMAGES 

El oasis de Huacachina es el único oasis natural en Sudamérica.

Está en el sur de Perú, entre las dunas más grandes del continente.

Cuenta la leyenda que sus aguas son las lágrimas de una doncella llamada Huacachina quien lloraba la muerte de su amado, un guerrero inca.

Cuando, tras sollozar por días y noches, notó que otro guerrero la observaba, se lanzó a la laguna que sus lágrimas habían creado.

Horas después, cuando trató de salir, se dio cuenta de que se había transformado en una sirena.

Al igual que muchos oasis en todo el mundo, Huacachina se ve amenazado por la creciente demanda local de agua.

La perforación de pozos en las cercanías y la evaporación durante los veranos calurosos han provocado la bajada del nivel del agua, hasta que fue necesario bombear agua adicional.

El oasis tiene unos 100 residentes permanentes, pero el espectacular paisaje atrae a muchos turistas.

Wadi Bani Khalid, Omán

Agua cristalina y turquesa, con vegetación en medio del desierto

Crédito: GETTY IMAGES 

“Wadi” es una palabra árabe que se refiere al lecho de un río que está seco o que se llena sólo esporádicamente por las lluvias, creando charcos de agua estancada a lo largo de su curso.

Wadi Bani Khalid, en el desierto de Wahiba, Omán, se nutre tanto del agua de lluvia como de las aguas termales de las cercanas cuevas de Muqal.

Sus hermosos lagos, pozas y exuberante vegetación contrastan con el árido paisaje del desierto.

Los primeros habitantes de la región eran tribus beduinas, pero hoy en día es popular entre los visitantes, algunos de los cuales van a explorar las cuevas, otros a bañarse en las piscinas calentadas naturalmente.

Oasis de Al-Ahsa, Arabia Saudita

Plantación de palmeras de dátiles con construcciones

Crédito: GETTY IMAGES

No se ve como uno imagina un oasis, ¿cierto?

Muchos no son mucho más que pequeños lagos o estanques.

Pero el oasis de Al-Ahsa, en Arabia Saudita, es un gigante.

Con una superficie aproximada de 85 kms², es el oasis más grande del mundo.

La fértil región se extiende sobre 12.000 hectáreas, con más de 2,5 millones de palmeras datileras.

También cuenta con cuevas, canales, antiguas fortalezas y mezquitas.

La evidencia arqueológica indica que la zona ha estado habitada desde tiempos prehistóricos.

En 2018, el oasis fue añadido a la lista del patrimonio mundial de la Unesco como “ejemplo excepcional de interacción humana con el medio ambiente”.

Oasis Agua Caliente, EE.UU.

Pozo enmarcado con palmeras y con aves flotando

Crédito: GETTY IMAGES

El oasis Agua Caliente se encuentra en Arizona, EE.UU., en el desierto de Sonora, cerca de la ciudad de Tucson.

Está rodeado de palmeras y es hogar de fauna silvestre, como tortugas y aves.

Debido a que se alimenta de un manantial termal natural, el oasis fue originalmente llamado “Sec-he” (que significa sonido de agua hirviendo) por la tribu Cahuilla de nativos americanos que ha habitado la región durante 5.000 años.

Los españoles lo rebautizaron como “Agua Caliente” cuando colonizaron la región a finales del siglo XVIII.

Entre 1877 y 1882 funcionó como un balneario medicinal y recreativo, y después varios propietarios lo tuvieron como rancho ganadero.

Originalmente, había dos manantiales que alimentaban los estanques, uno caliente y otro frío.

Pero en la década de 1930, en un intento por aumentar el caudal, los manantiales fueron explotados, lo que provocó el efecto contrario: los dos manantiales se fusionaron y se redujo el caudal.

En la década de 1960, el condado de Pima compró los 101 acres para crear el Parque Agua Caliente, que incluye y mantiene el oasis.

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