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Algunos tesoros naturales del mundo que vale pena conocer Viajes

Algunos tesoros naturales del mundo que vale pena conocer

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Hay entornos naturales tan espectaculares en el mundo que nos conecta de forma profunda con algo más grande que nosotros mismos. Estos lugares despiertan una sensación de asombro, humildad y maravilla que pocas experiencias logran provocar.


Conocer entornos de naturaleza impresionante es una experiencia que trasciende lo cotidiano. Frente a la inmensidad de un bosque, el rugido de un océano o la majestuosidad de una montaña, el ser humano redescubre su conexión más profunda con la vida.

Estos lugares despiertan asombro, inspiran respeto y nos enseñan a mirar con nuevos ojos. En su belleza salvaje encontramos calma, en su fuerza, humildad, y en su silencio, respuestas. Cada encuentro con la naturaleza deja una huella imborrable en el alma, recordándonos que somos parte de un todo vasto y maravilloso que merece ser cuidado.

La plataforma de tours y visitas guiadas  Civitatis realizó una lista de siete parques naturales para descubrir y disfrutar de las maravillas que regala el planeta.

Parque Nacional de los Picos de Europa (España)

Un tesoro natural ubicado en la Cordillera Cantábrica, entre Asturias, Cantabria y Castilla y León, el Parque Nacional de los Picos de Europa es un escenario majestuoso de cumbres afiladas, valles impresionantes, ríos salvajes y pueblos tradicionales. Es uno de los espacios protegidos más antiguos de España y destaca por su rica biodiversidad, que incluye desde rebecos y osos hasta una gran variedad de aves rapaces.

Su clima atlántico, combinado con la altura de sus picos, crea paisajes cambiantes que sorprenden en cada estación. Es un buen destino, para realizar rutas de senderismo , visitar los miradores más espectaculares o incluso subir en el teleférico de Fuente Dé y contemplar desde las alturas la inmensidad del parque.

Parque Nacional de Banff (Canadá)

Un paisaje que parece sacado de una postal con sus lagos color esmeralda, bosques infinitos y las Montañas Rocosas canadienses de fondo. Y es que, Banff es el parque nacional más antiguo de Canadá y una de sus joyas naturales más reconocidas. El paisaje está dominado por cadenas montañosas escarpadas, glaciares centenarios, lagos glaciares de aguas turquesas como el Lake Louise o el Moraine, y densos bosques de coníferas.

La geología del lugar es fascinante, con formaciones calcáreas esculpidas por la erosión durante milenios. A lo largo del año, el parque cambia radicalmente de aspecto: verde y vibrante en verano, nevado e inmaculado en invierno. Su rica fauna incluye alces, osos pardos, cabras montesas y linces. En definitiva, un lugar para disfrutar en toda su esencia de la Tierra.

Parque Nacional Tierra del Fuego (Argentina)

En el extremo austral de América del Sur, el Parque Nacional Tierra del Fuego es un mosaico natural donde montañas nevadas, lagos de origen glaciar, turberas y bosques subantárticos se funden con el mar del Canal Beagle. Este parque único, el más protegido de Argentina, es testimonio del encuentro entre los Andes y el océano, y de una naturaleza adaptada a condiciones extremas.

Su paisaje es solitario y sobrecogedor, y ha sido escenario de historias de pueblos originarios como los Yamanes, así como de exploradores que llegaron al llamado “fin del mundo”. Es un lugar donde el silencio y la vastedad dominan el horizonte.

Parque Nacional de Komodo (Indonesia)

Formado por varias islas del archipiélago de Indonesia, el Parque Nacional de Komodo es un lugar extraordinario tanto por su biodiversidad terrestre como marina. Su especie más famosa es el dragón de Komodo, el lago más grande del mundo, que ha habitado estas islas durante millones de años.

Pero más allá de estos reptiles prehistóricos, el parque ofrece paisajes volcánicos, colinas cubiertas de sabana y playas de arena rosa que contrastan con las aguas cristalinas del mar de Flores. Bajo la superficie, se esconde uno de los ecosistemas marinos más ricos del planeta, con arrecifes de coral, tortugas, mantarrayas y tiburones.

Parque Nacional de los Lagos de Plitvice (Croacia)

Situado en el corazón de Croacia, el Parque Nacional de los Lagos de Plitvice es una sinfonía de agua turquesa, vegetación y piedra caliza. Este sistema de lagos interconectados por cascadas y pasarelas de madera es Patrimonio Mundial de la Unesco, y uno de los paisajes más reconocidos de Europa.

A lo largo de sus 300 km², el parque alberga 16 lagos principales de tonos azulados y verdosos que cambian según la luz y la mineralización del agua. Los bosques que lo rodean son el hogar de osos, linces, ciervos y lobos, y en primavera y otoño, el entorno adquiere una paleta de colores que parece sacada de un cuento. ¿Lo mejor? Recorrerlos en primavera, entre marzo y mayo, o desde septiembre hasta noviembre.

Parque Nacional del Gran Cañón (EE. UU.)

Este parque nacional no necesita ni siquiera presentación. Y es que, el Gran Cañón es uno de los paisajes geológicos más reconocidos del mundo. Ubicado en el estado de Arizona, el río Colorado ha esculpido durante millones de años una garganta de más de 400 kilómetros de longitud y hasta 1.800 metros de profundidad.

El parque muestra estratos de roca que permiten leer la historia geológica del planeta y ofrece una variedad de ecosistemas según la altitud. Es Patrimonio Mundial de la Unesco y uno de los destinos más visitados del país, sobre todo para aquellos aventureros que realizan la llamada Ruta 66, que se suelen desviar a este lugar.

Parque Nacional de Fiordland (Nueva Zelanda)

En el extremo suroeste de la Isla Sur de Nueva Zelanda se encuentra Fiordland, uno de los parques nacionales más impresionantes y aislados del país. Este vasto territorio, que fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 1990, es famoso por sus paisajes moldeados por antiguos glaciares: fiordos profundos que se abren paso entre montañas cubiertas de selva templada, paredes verticales que se sumergen en el mar y cascadas que caen desde alturas imposibles.

Milford Sound es su lugar más icónico, pero también destacan Doubtful y Dusky Sound, menos accesibles y aún más salvajes. Aislado, sobrecogedor y profundamente fotogénico, este parque no solo invita a la contemplación, sino a descubrirlo caminando por rutas legendarias como la Milford Track, considerada una de las caminatas más bellas del mundo.

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