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El acceso a los cerros: ¿Privilegio o derecho? Opinión

El acceso a los cerros: ¿Privilegio o derecho?

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Vicente Verdugo
Por : Vicente Verdugo Cofundador Puma Adventures
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En Chile, un país cuya geografía está marcada por la presencia imponente de la cordillera, resulta contradictorio que el acceso a los cerros sea tan restringido. El libre acceso a estos espacios naturales no debería ser un privilegio exclusivo, sino un derecho. Sin embargo, hoy en día, la mayoría de los cerros están en manos privadas, y para poder disfrutar de ellos es necesario sortear una serie de obstáculos burocráticos o, en muchos casos, pagar sumas considerables.

Algunos cerros, administrados por parques privados, han formalizado su acceso cobrando entradas. Otros, sin embargo, dependen del permiso de dueños que viven en sus cercanías o simplemente no lo otorgan. A menudo, quienes desean realizar actividades de montañismo o senderismo se ven obligados a escalar rejas o enviar múltiples solicitudes para obtener el permiso de ingreso. Esta situación contrasta con la idea de que nuestras montañas deberían ser un bien común, como lo son las playas y los ríos.

El caso de los parques cordilleranos es un ejemplo claro de las restricciones que enfrentan los amantes de la naturaleza.
Aunque estos parques permiten el acceso, y se comprometen con cuidar el sector y sus senderos, los horarios limitados de apertura y cierre imposibilitan a los montañistas el realizar ascensos a cumbres altas en un solo día. En un país donde gran parte del territorio está compuesto por montañas, y premiado varias veces como el mejor destino de turismo aventura y en un Santiago que quiere ser la capital del montañismo, debería ser factible ingresar a estos espacios desde temprano en la mañana hasta el atardecer, sin restricciones innecesarias que coartan la libertad de quienes amamos la naturaleza y el deporte al aire libre.

La problemática no solo radica en la falta de acceso físico, sino también en la desconexión que genera entre la población y su entorno natural. La montaña es un espacio de recreación, de conexión espiritual y cultural para muchos, y limitar su acceso no solo afecta a los deportistas, sino también a quienes buscan en ella un refugio del estrés diario.

Una posible solución sería la implementación de un marco legal que garantice el acceso libre y responsable a los cerros, tal como ocurre con las playas. Esto permitiría a más personas disfrutar de la naturaleza, mientras se promueve el cuidado y respeto por el entorno. Además, la gestión de estos espacios podría ser más inclusiva, con la participación de las comunidades locales y de los propios visitantes, generando un modelo de turismo sostenible y accesible.

Por otro lado, es necesario mejorar la infraestructura de los parques cordilleranos y flexibilizar sus horarios de funcionamiento. Durante el verano, por ejemplo, permitir el acceso desde más temprano y extender el horario de cierre facilitaría la realización de actividades de larga duración, sin poner en riesgo la seguridad de los visitantes, por motivos de las altas temperaturas.

El Día de los Cerros, que se celebró el 6 de octubre, fue una oportunidad para poner sobre la mesa esta discusión. Si queremos que nuestras montañas sigan siendo una fuente de vida, bienestar y esparcimiento, es fundamental que el acceso a ellas sea tratado como un derecho y no como un privilegio condicionado por la propiedad privada.

En resumen, el desafío es claro: proteger nuestras montañas, pero hacerlo de una manera que no excluya a quienes buscan en ellas un espacio de libertad. El acceso libre y responsable a los cerros es una deuda pendiente que debemos saldar si queremos un Chile más inclusivo y en armonía con su entorno natural.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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