Los últimos siete años de la comunicadora audiovisual y activista neurodivergente Nancy García o Nancilú (34) han sido difíciles, pero también liberadores y de mucho aprendizaje. A los 27 años fue diagnosticada con Trastorno bipolar tipo II mixto. Luego, a los 30, le dijeron que tenía Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y a los 33 le diagnosticaron autismo y altas capacidades.
Un camino largo, solitario y doloroso (¡27 años sin diagnóstico!) que hoy aprovecha para ayudar a otras personas neurodivergentes y enseñarnos que su «extraño mundo» es el mismo que habitamos todos, pero lo percibimos de forma diferente.
- «Fui diagnosticada después de un episodio de trauma. Me obligaron a ir a la psicóloga y luego a la psiquiatra. Después de varias sesiones me confirmaron la bipolaridad”.
- “¿Cómo nadie cachó antes? (…) Tantos conflictos de mi vida adolescente que se pudieron haber resuelto con el simple hecho de decir: ‘Sabís qué, soy neurodivergente, por eso me cuesta entender algunas cosas, ¿me explicas porfis?”, escribe en su blog.
-¿No hubo indicios anteriores?
-Hubo algunos rasgos desde muy temprana edad. Desde los 6 años recibí maltrato psicológico de un familiar. Eso gatilló que tuviera, a lo largo de mi niñez y adolescencia, estados bipolares, muchas psicosis, incluso llegando a la manía. Esto lo puedo decir ahora, después de haberlo estudiado y hablado con psiquiatras. Recuerdo haberme sentido siempre muy distinta.
Agrega que además tuvo una escolaridad muy difícil.
- “Recibí maltrato y violencia de parte de profesoras desde segundo básico. Esa violencia generó que yo me quedara callada, que sintiera culpa, que yo estaba mal por el hecho de pararme en clases o simplemente por reaccionar al recibir una mala nota. Ese tipo de violencia no se justifica: yo simplemente era una niña inquieta. Fue muy traumático”.
La adolescencia también fue compleja y con episodios depresivos.
- “Soy una persona muy sensible con hiperempatía, lo que también es un rasgo del autismo. Daba la vida por mis amigas y esperaba lo mismo, pero no lo recibía, me dejaban sola porque no entendían mi forma de ser, mi intensidad y emocionalidad. Era como un extraterrestre para los otros. Me sentía así, sin poder comunicarme, expresarme, entonces empecé a imitar a las personas para encajar. Eso lo fui aprendiendo en el camino. Solamente quería pertenecer a algo”.
La bipolaridad de Nancy es del tipo II mixta (con episodios de depresión y de hipomanía). Después del diagnóstico aprendió a adaptarse y anticiparse a las situaciones.
- “He generado un mecanismo, junto con mis terapeutas, en donde les explico y anticipo a las personas sobre mi emocionalidad. Porque si tengo una conversación importante tiendo a llorar. No sé por qué me emocionan las cosas simples. Entonces, cuando en el trabajo me citan y me hacen preguntas, yo advierto: voy a llorar, pero no significa que necesite algo ni que me sienta mal, sino que simplemente mi cuerpo reacciona así y no hay nada que hacer, simplemente tomar un pañuelito y seguir. He hecho ese ejercicio de validar quién soy y lo que me pasa”.
Añade que esta “técnica” le ha servido para bajar la ansiedad y ha aprendido a no quedarse callada.
- “Ahora sé que puedo preguntar, porque mi cabeza va más rápido de lo que pienso. Mi cerebro neurodivergente tiene múltiples opciones a la hora de pensar, a diferencia de los neurotípicos que dicen: ok, esto es así. Yo me quedo con mil dudas, porque tengo pensamiento intrusivo (ideas o imágenes que aparecen de forma involuntaria y repetitiva)”.
- A los 30 años, Nancy recibió un segundo diagnóstico: Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), que ella prefiere llamar atención divergente. Y a los 33, le confirmaron el de autismo e identificación con altas capacidades.
-¿Cómo enfrentó estos diagnósticos?
-A medida que leía e investigaba por mi bipolaridad, me fui identificando con el TDAH, con el autismo y las altas capacidades, que también son una neurodivergencia. O sea, yo lo supe antes. Se lo comenté, como tiene que ser, a mi psicóloga de ese entonces. Y me dijo: «Ya deja de googlear sobre tu trastorno, porque yo te digo lo que tienes…». Fue de una negligencia… Así que a los 33 años decidí que lo iba a resolver porque me identificaba como autista. Después de siete meses de profunda investigación, sesiones y todos los test posibles, en enero del 2024 me diagnosticaron con autismo y fue un alivio. Por fin tenía el certificado, el timbre de ser autista. Porque soy muy estructurada y necesitaba eso.
Poco a poco aprendió a identificar sus estados de ánimo de acuerdo a cada condición.
- “Puedo distinguir si estoy en un episodio de depresión, de eutimia (estado de ánimo normal, tranquilo, sin tristeza, ansiedad o euforia) o de hipomanía. Y si hay una desregulación emocional, entonces eso tiene que ver con la atención divergente y si tengo un burnout o un meltdown se relaciona con el autismo».
El club de los bipolares
A los 15 años, Nancilú, en su Talca natal, comenzó a crear contenido en YouTube y a esa edad decidió que sería comunicadora audiovisual. Quince años después, ya titulada del Duoc de Concepción y luego de un episodio de depresión y 14 horas de sueño, creó @bipoclub. Un club para bipolares primero dedicado a los memes, pero que rápidamente se convirtió en activismo neurodivergente.
- “Principalmente no quería sentirme sola, pero comencé a generar una comunidad y pasé de ayudarme a ayudar a otras personas con neurodivergencias. La idea es visibilizar la estigmatización acerca de nuestro trastorno/condición, exigiendo el respeto y nuestro derecho a la salud mental digna”.
- A través de bipoclub se contactó con otras personas neurodivergentes en Latinoamérica y nació la idea de crear un libro. En marzo de 2023 publicó Bestiarios de relatos bipolares: pequeñas historias de nuestros grandes episodios.
- La reseña dice: “’Padeces Trastorno Afectivo Bipolar’, me dijo la psiquiatra en el día de la consulta, inmediatamente le dije que me diera el remedio para que se me quitara. Spoiler: NO SE QUITA”. Son 22 relatos escritos en primera persona por bipolares de Latinoamérica que comparten su sentir durante los episodios del trastorno. Hoy está buscando financiamiento para una segunda edición.
Sus trastornos, que no le gusta llamarlos así, son su motor.
- “Soy bipolar, soy autista y mi cerebro es neurodivergente y también tengo altas capacidades, entonces aprovecho esa genética de la mejor manera, adquiero las herramientas necesarias para ayudarme, porque como buena activista de salud mental también tengo que preocuparme de mis propios tema”.
-¿Qué les diría a quienes están recién diagnosticados con alguna neurodivergencia?
-Les digo que va a pasar, de verdad va a pasar. Lo que se siente cuando te informan es miedo, porque el mundo lamentablemente no está hecho para nosotros. Yo hoy puedo trabajar gracias a la Ley de Inclusión, pero aún así es muy difícil. Hay un estigma que nos persigue, nos dicen constantemente: “Tú no puedes hacer esto”. Pero sí puedes, quizá te cueste, pero puedes.
Recalca que se necesita mucha ayuda y recursos para prevención.
- “El 15% de las personas que se suicidan en Chile era bipolar con diagnóstico. Quizás es muy doloroso, muy triste, pero es la realidad y se habla muy poco».
- «Quiero destacar a @así_canta_el_amaranto, un lugar donde Amapola habla sobre ser sobrevivientes de suicidio (su hermana murió por suicidio)».
- «Hablar de esto puede salvar vidas y si uno recibe este diagnóstico, ya sea bipolar, autismo, TDAH u otro, es muy, muy, muy importante saber que uno no está solo o sola. Hay mucha gente que te va a acompañar. Hay que reconocer lo que a uno le pasa y pedir ayuda”.
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