Luego de llegar al fondo del pozo en términos de aprobación ciudadana, Bachelet logró el objetivo, al menos por ahora. Burgos y Valdés, en Interior y Hacienda, le dieron un respiro al establishment, que se sintió aliviado tras largas semanas de ir a la deriva.
El punto más complejo es el nombramiento de Insunza en la Segpres, y su pasado en la empresa de lobby del inefable Correa. Por ahora, el gobierno recupera el control de la agenda, pero veremos hasta cuando dura la calma, en la medida que la prensa y los fiscales continúen estrechando el cerco sobre el sistema político y su oscura relación con el poder económico. ¿Habrá Plan B?