Jorge Peralta montó una fábrica de poleras en México, se casó con una actriz famosa y estuvo preso por fraude en una campaña política del Partido Verde. Dicen que lo buscaban sicarios y que por eso regresó a Chile. Acá conoció a Andrea Molina y comenzó otra “teleserie” en el bullado caso Factop.
Jorge Peralta Casal llegó a Factop en el año 2014. Ariel Sauer dice que lo llevó Eduardo Pantoja, un estrecho colaborador de Roberto Sumar, entonces todavía CEO de Grupo Patio. Tenía una empresa llamada Playerastex, que vendía poleras y merchanising político, el mismo negocio que lo llevó a la cárcel en México.
“El mexicano” –así le decían por su acento–, partió en operaciones de capital de trabajo, a través de cheques, los cuales se iban renovando todos los meses. Ariel Sauer, en su declaración del 23 de julio de este año, dice que vendía productos a las campañas de diputados y senadores.
Rodrigo Topelberg recuerda que Peralta llevó 48 millones en facturas a Factop por trabajos realizados a distintos políticos, en su calidad de asesor de marketing y publicista. “Estas facturas se pagaron bien”, dijo en su declaración. Su nombre, ni el de su empresa, sin embargo, aparecen en las rendiciones de campaña de esos años.
Donde sí aparece Peralta es en el libro negro de Factop, el excel donde Ariel Sauer llevaba la contabilidad rea de la empresa, y en el que figura en cientos de operaciones de facturas y cheques, entre ellas, varias con Inversiones San Benito Spa, la sociedad del exministro del Interior Rodrigo Delgado, rransacciones por 200 millones de pesos, realizadas entre abril y julio del 2023, cuando Delgado aspiraba a llegar al municipio de Santiago.
Antes de eso, en el año 2017, Ariel Sauer cuenta que Peralta les presentó a su pareja, la animadora y exdiputada Andrea Molina, quien habría solicitado 120 millones a Factop para su campaña a senadora por la Quinta Región. Además, agrega, el rostro televisivo sirvió de aval a su entonces pareja, aportando como garantía sus propias joyas. Ella y Peralta –calcula– acumularon deudas por más de 5 mil millones de pesos.
En un documento presentado por el abogado de Factop, Álvaro Parra, durante el proceso de reorganización de la empresa antes de irse a la quiebra, donde se establecen las deudas por cobrar, Andrea Molina aparece con $447 millones y Jorge Peralta, a través de Playerastex SpA, figura como deudor de un pagaré en blanco con un monto sin informar.
Eduardo Pantoja dice que él llevó primero a Andrea Molina, amiga de su esposa, por algún motivo económico que no recuerda, y que terminaron distanciados cuando le advirtió sobre el poder de manipulación de “l Mexicano”. “Ella está pagando los platos rotos”, comentó a El Mostrador.
Al mismo tiempo que Peralta involucraba a Molina en sus negocios, prometía a los dueños de Factop levantar capitales en un fondo internacional. Topelberg recuerda en su declaración que –en los peores momentos del factoring– los Sauer le decían que “El Mexicano” “estaba a punto de prestarles un montón de plata”. Es la misma excusa que le dio a su exesposa, la actriz Sabine Moussier, cuando esta lo sacó de la cárcel en México, aportando una camioneta y un terreno para saldar la deuda. Jamás le devolvió la plata, aseguró ella en una entrevista televisiva.
Nacido en Chile, Jorge Peralta arribó a México en el año 2001. Tenía 24 años y se instaló de inmediato con una fábrica de confecciones –Grupo Textil Joad–, en el municipio de Ecatapec, llegando a tener once tiendas en todo el Distrito Federal. Al poco tiempo, conoció a Sabine Moussier y se casaron en el año 2002. El matrimonio, aseguró la actriz de telenovelas –famosa por su roles de villana– estuvo marcado por los engaños.
Peralta aparentaba un estilo de vida que no tenía, según su expareja, y comenzó a mostrar fuertes rasgos de celopatía. “Era súper celoso, yo vivía en Cuernavaca”, quien explicó en un programa de TV que si hacía ejercicio, tenía que estar tapada, para que no la miraran los hombres. Asimismo, dijo haber padecido fuertes episodios de violencia.
En el 2005, tres años después de casarse, Peralta decidió ampliar el rubro de las poleras al merchandising político, asociándose con Adrián Escobar, el hermano del entonces subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana, Arturo Escobar, miembro del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), acusado de trasladar dinero en efectivo a Chiapas en un maletín Luis Vuitton y entregar tarjetas de descuento a sus seguidores.
En julio de 2008, el Partido Ecologista contrató al Grupo Textil Joad para confeccionar más de 700 mil poleras con el logo del colectivo político, prendas que nunca fueron entregadas y por las que se pagaron 120 millones de pesos mexicanos. El Instituto Nacional Electoral (INE) de México detectó la maniobra, junto a la entrega irregular de un inmueble al partido por parte de Peralta, sancionando a los ecologistas con una multa de 88.5 millones de pesos.
El 4 de abril de 2009, Peralta fue finalmente encarcelado por un fraude cometido en contra de otra exnovia, la actriz Sherlyn, quien le entregó 2.6 millones de pesos para invertir el negocio de las “playeras políticas” para el Partido Verde, tras prometerle un retorno de ganancias del 20%.
Fue en ese periodo que la actriz Sabine Moussier entregó a su colega una camioneta y un predio en Cuernavaca, Morelos, para que su exmarido pudiera abandonar la cárcel. “Lo saqué porque tengo dos hijos y porque soy una persona pública, no podía permitir que nadie les dijera nada en la escuela, yo quería que ellos pudieran ver siempre a los ojos y de frente a quien fuera”, comentó entonces Moussier.
Lo cierto es que la protagonista del culebrón “Las tontas no van al cielo”, fue amenazada por el actor Frank Tostado, otra víctima de Peralta, quien le advirtió que si no le pagaba, dañaría a su familia y mandaría sicarios a lastimarla. La historia terminó con la salida de Peralta de la cárcel, quien, por razones obvias, decidió regresar a Chile. Acá, empezó otra teleserie.
El Mostrador se comunicó con el abogado de Andrea Molina, intentando obtener su versión respecto de la relación que sostuvieron con Factop y también contactó a Jorge Peralta, pero hasta el cierre de esta edición no obtuvimos respuesta.