Dos imputados, que según la PDI son miembros de la organización criminal “Los Espartanos”, fueron condenados a 7 años de prisión, tras ser hallados con varios kilos de marihuana, cocaína y otras drogas, además de elementos para abultar los narcóticos.
Dos miembros de la organización criminal transnacional colombiana “Los Espartanos” fueron condenados a 7 años de prisión por el Cuarto Tribunal Oral en lo Penal de Santiago, acusados de ser los proveedores de drogas de microtraficantes de Las Condes. Como informó El Mostrador el año pasado, un estudio académico efectuado por Renata Boado, Juan Pablo Luna y Nicolás Unwin, del Instituto Milenio para la Investigación en Violencia y Democracia (VioDemos), bautizó como “narcozorrones” a jóvenes de la zona oriente, de origen socioeconómico alto que, sin embargo, se dedican al tráfico de drogas en pequeñas cantidades.
Según dicho estudio, muchos de los “narcozorrones” decían que estaban traficando con el fin de generar dinero para algún emprendimiento, aunque había otras motivaciones, como dijo uno de los sujetos entrevistados por VioDemos: “La plata que ganaba me la echaba en otras hueás, ¿cachai? Me compraba entradas para conciertos, recitales, me compraba mis cosas. Mucho tiempo tuve una mesada relativamente baja, no sé si baja, pero solo me alcanzaba para cubrir. Estás todo el rato moviéndola, fumándola, ganando plata y así. Y otra hueá que me ha pasa’o harto con hartos hueones, es para creerse choro nomás y se sienten bacán por vender y la hueá”.
Pese a que los “narcozorrones” se mueven en un entorno que en general está alejando de la violencia, como señala el mismo estudio, detrás de la droga que venden sí hay organizaciones criminales importantes, “Los Espartanos” en este caso, que son una banda originaria del puerto de Buenaventura (Colombia) y que originalmente formaba parte de otro grupo denominado “La Local”.
Este, sin embargo, se desarticuló, dividiéndose en dos facciones: “Los Shottas” y “Los Espartanos”, los cuales se encuentran en una guerra a muerte, tanto en Colombia como Chile, especialmente en Antofagasta, donde ambos grupos se asentaron hace varios años ya y cuentan con un sinnúmero de homicidios a su haber.
Como determinó la investigación realizada por la Brigada de Investigación Criminal de Las Condes (Bicrim) de la PDI, “Los Espartanos” contaban con dos centros de venta de todo tipo de droga en el centro de Santiago. Uno de ellos estaba en un departamento del edificio ubicado en San Martín 870 y el otro estaba en un edificio de la calle Santiago Concha, cerca de San Isidro, donde además existía una suerte de laboratorio, provisto de distintos elementos químicos, que eran utilizados para aumentar el volumen de la droga.
Según indica el fallo judicial, la investigación partió a fines de 2023 debido a la detención realizada por personal de la Bicrim en Las Condes, en contra de un sujeto que le vendió cerca de medio kilo de drogas (entre marihuana y ketamina) a un agente revelador de la PDI, en Las Condes.
Debido a ello, el “narcozorrón” fue detenido y se acogió al artículo 22 de la Ley 20.000, es decir, a cooperación eficaz, por lo cual su nombre se mantiene en estricta reserva.
Lo que sí se sabe es que el microtraficante entregó a la policía civil la dirección de ambos departamentos, confesando que allí un grupo colombiano vendía todo tipo de drogas. Según dijo un subinspector de la PDI en el juicio, que se realizó en diciembre pasado, el detenido aseguró que no sabía los nombres de los narcos, pero sí que eran miembros de “Los Espartanos”, organización que el oficial caracterizó como “una banda criminal de Colombia dedicada al tráfico de drogas”.
En el domicilio de calle San Martín, donde fue arrestado el colombiano Miguel Murillo, de 29 años, la PDI encontró 2 kilos de cocaína, 7 kilos de marihuana, 27 gramos de tussi, 3 gramos de ketamina, 100 unidades de clonazepam y dinero por 1 millón 851 mil pesos.
Otro colombiano, David Pino, de 42 años, fue detenido en la calle con una mochila en que llevaba casi un kilo de cocaína. Al interior del departamento que él ocupaba, en calle Santiago Concha, se encontraron numerosos precursores químicos destinados a abultar la droga: 5 kilos de ácido bórico, ácido clorhídrico, calcio cloruro, cafeína, permanganato de potasio, metil etil cetona, alcohol isopropílico, acetona y otros elementos propios de la fabricación o adulteración de drogas, como balanzas, termómetro, soplete, bolsas plásticas para dosificar, y tres gatas y una prensa hidráulica.
Además de ello, se encontró un cuaderno universitario con nombres y apodos, relativos a los compradores del grupo, y una “receta” sobre cómo abultar cocaína.
Al respecto, el subprefecto Eduardo Fariña Santos, jefe de la Bicrim Las Condes, explicó que la investigación duró ocho meses, en coordinación con la Fiscalía de Alta Complejidad Oriente, y que estuvo a cargo del Equipo Modelo Territorial Cero de la unidad. En total, precisó que todo el procedimiento implicó la detención de cuatro personas, entre estas, los dos colombianos, “miembros de la organización delictual denominada Los Espartanos, quienes eran proveedores de drogas de diversos tipos, como cannabis sativa, clorohidrato de cocaína y ketamina”, precisando que estos fueron detenidos en forma simultánea en los dos departamentos, en los cuales se incautó “una gran cantidad de drogas, dinero y vehículos”, así como el laboratorio, en el cual, además de los químicos, existía “una prensadora para confeccionar los denominados ladrillos de marihuana”.
En el juicio, que se realizó en diciembre pasado, si bien los imputados no negaron los hechos, intentaron morigerarlos. Pino, por ejemplo, dijo que sabía que en ese departamento adulteraban drogas, pero que él solo vivía allí, pues le cobraban barato (120 mil pesos mensuales). Respecto de la cocaína que le encontraron en su mochila, aseguró que un tal “Edward” le pidió que se la bajara a la calle, y justo en ese momento lo detuvo la PDI.
Murillo, por su parte, afirmó que la droga hallada en el departamento tampoco era suya, sino de un amigo que acababa de llegar de Antofagasta, a quien identificó como “Brandon Guerrero”, que había llegado una semana antes a quedarse con él en Santiago, reconociendo que allí “se hacían ventas de droga, pero no sabe bien cómo se hacían, ya que él estaba trabajando”. Las declaraciones de ambos fueron consideradas “acomodaticias” por el tribunal.
Otro oficial de la PDI explicó que en el celular de uno de los imputados era posible apreciar sus mensajes de WhatsApp con los microtraficantes del sector oriente, constando, por ejemplo, que a la marihuana la llamaban “fino” y que al clorhidrato de cocaína le decían “escama”. Asimismo, constaban los valores: el kilo de “fino” estaba a 800 mil pesos, un precio muy inferior al habitual, mientras que la “escama” estaba a 5 mil pesos, también mucho más bajo de lo común, lo que se explica precisamente por lo hallado en el departamento de Pino: a que era droga abultada con muchos elementos químicos.
Ambos sujetos terminaron condenados a una pena de 7 años de privación de libertad, pero el defensor de ambos, Franco Navarrete, interpuso un recurso de nulidad ante la Corte Suprema, el cual fue acogido a trámite el lunes pasado.