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Investigan edificio donde funcionaba cuartel de la DINA en Colonia Dignidad Investigación Gentileza Asociación Colonia Dignidad

Investigan edificio donde funcionaba cuartel de la DINA en Colonia Dignidad

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Carlos Basso Prieto
Por : Carlos Basso Prieto Unidad de Investigación de El Mostrador.
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Erick Zott, que pasó una semana recluido en las dependencias de la secta, hace 50 años, fue interrogado por un sujeto de acento portugués, sometido a torturas muy peculiares y, además, utilizado en medio de un entrenamiento de inteligencia destinado a miembros de la policía secreta de la dictadura.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
El exoficial del Ejército y agente de la DINA, Fernando Gómez Segovia, negó por años la relación entre su oficina en Parral y Colonia Dignidad. Sin embargo, en juicios reveló que la secta le ofreció instalaciones y que altos agentes de la DINA operaban allí. En 1975, Erick Zott, prisionero del MIR, fue llevado a la colonia, donde sufrió torturas y reconoció un sitio de detención. Recientemente, identificó una edificación clave que ahora es investigada por la PDI en busca de víctimas desaparecidas.
Desarrollado por El Mostrador

Durante muchos años, el exoficial del Ejército y agente de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), Fernando Gómez Segovia (ya fallecido), negó que la oficina de dicho organismo que él dirigía en Parral tuviera alguna relación de trabajo con la secta de Colonia Dignidad, la cual, a su vez, efectuaba también trabajos de inteligencia en la época de la dictadura militar, manteniendo un inmenso kárdex con fichas de “enemigos” de la colonia, pero también de quienes consideraban sus amigos, al tiempo que realizaban seguimientos, vigilancias y hostigamientos en el mismo sector, pero también en ciudades como Chillán, Concepción y Los Angeles, como ha quedado en evidencia gracias a las 46 mil fichas que fueron encontradas por la PDI en 2005.

Sin embargo, Gómez Segovia, más conocido como “GURMIR” dentro de la colonia, fue dejando caer algunas piezas de información en varios de los procesos judiciales en que estuvo imputado. En varios de ellos relató que en 1974 fue destinado como jefe de la Brigada Regional Sur (BIRS) de la DINA, con asiento en Parral, y que esta se instaló en una casa ubicada en el centro de esa comuna que Paul Schäfer, líder de la secta, les ofreció en forma gratuita. También, en declaraciones prestadas en el marco de la investigación por la muerte del expresidente Eduardo Frei Montalva, dijo que su segundo en dicha unidad era el exoficial de Ejército Gerardo Huber (asesinado en el Cajón del Maipo en 1991) y que otros oficiales que se desempeñaron como jefes de la BIRS, que tenía jurisdicción en toda la zona centro sur de Chile, fueron Eduardo Neckelmann y Maximiliano Peppi.

Quizá lo más sorprendente de todo lo que alguna vez dijo fue -en el marco de la investigación por el secuestro de Alvaro Vallejos Villagrán, caso por el cual Gómez Segovia fue condenado a 10 años- que un día Schäfer le pidió acompañarlo hasta un inmueble ubicado dentro de la villa, cerca de la entrada del predio, “y allí me exhibió una construcción que desde fuera parecía un establo, pero al ingresar era impresionante, pues prácticamente habían reproducido la oficina que yo usaba en Parral, con todas las comodidades, diciéndome que esa era mi oficina, lo cual reproché, pues nuestro trabajo era reservado. Schäfer se molestó y luego se la ofreció a Guy Neckelmann, quien me sucede en el cargo”, pero el Mamo no la quiso”, aseveró.

La mención a esa kafkiana réplica de la oficina citadina de la DINA al interior del enclave era la única declaración que existió durante muchos años en torno a lo que siempre fue un secreto a voces: que la DINA contó con instalaciones propias al interior de la colonia, en las cuales operaron agentes de gran relevancia, como Pedro Espinoza, Marcelo Morén Brito, Fernando Laureani y otros. De hecho, varias personas que fueron aprehendidas en los años ‘70 por la DINA estaban convencidas de que al ser conducidas a la colonia habían estado dentro de esa oficina, pero esta nunca pudo ser ubicada. 

Sin embargo, hace un par de semanas uno de los sobrevivientes de la colonia, Erick Zott, quien hoy reside en Austria, participó de una diligencia clave dentro del villorrio, la que fue encabezada por la ministra en visita para causas de derechos humanos de la Corte de Apelaciones de Santiago, Paola Plaza, así como con personal de la PDI, en medio de la cual el exprisionero político pudo reconocer el lugar, diligencia que hoy cobra una nueva relevancia, dadas las diligencias que la jueza ha realizado durante el último año en búsqueda de pistas que permitan dar con el paradero de al menos 30 personas que fueron hechas desaparecer al interior de la secta, entre 1974 y 1975.

Erick Zott en el acceso de Hildegard Halle.

El regreso

Hacia inicios de 1975 Erick Zott era jefe del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en Concepción y, junto a varios otros miristas, se encontraba en Valparaíso, ocasión que la DINA -apoyada por miembros del Servicio de Inteligencia Militar del Regimiento Maipo- aprovechó para tomarlos detenidos. Los recluyeron en el Regimiento Maipo, donde tuvo lugar un episodio nunca esclarecido, que culminó con la muerte del capitán Osvaldo Heyder, y luego de ello Zott fue llevado hasta Villa Grimaldi, pero hacia la segunda o tercera semana de febrero lo trasladaron hasta la Base Naval de Talcahuano, donde operaba el SIRE (Servicio de Inteligencia Regional), que tenía detenido a otro miembro del MIR de Concepción, Luis Peebles (quien falleció a fines de enero de este año).

Desde allí, ambos fueron movilizados hacia un destino desconocido, por parte de la DINA. A poco de llegar a ese lugar, sin embargo, comenzaron a notar que estaban un recinto de detención distinto de todos los que habían conocido hasta ese momento, pues el vehículo en que iban entró a un camino de ripio y luego les pusieron algodones con agua en los oídos. Luego de ello, cuando la camioneta se detuvo, los hicieron subir hacia una especie de rampa de cemento, y después de ello los recluyeron en una oficina. Aunque llevaban semanas con una venda en los ojos, el suboficial que conducía la camioneta permitió a Zott sacársela por algunos minutos, a fin de que se pudiera limpiar los ojos. Así fue como el prisionero alcanzó a ver que estaba en una oficina que tenía una ventana que daba hacia el exterior.

Tras ello, le taparon la vista nuevamente y comenzaron los interrogatorios, muy distintos de los que ellos ya conocían a esas alturas. 

Zott relata que pasaban casi todo el día amarrados -con cintas de cuero- a catres metálicos, imposibilitados de moverse por completo y con la luz encendida día y noche, por lo cual perdieron la noción del tiempo. De cuando en cuando, además, los sometían a una tortura de la cual nunca habían escuchado: los metían en una caja de madera muy pequeña, de pie, donde apenas cabía una persona, y los dejaban ahí por horas. A esa técnica, por cierto, se sumaban las clásicas golpizas y administración de electricidad. 

Sin embargo, los interrogatorios eran muy distintos a los que habían conocido hasta ese momento. En el caso de Zott, quien lo hacía era un sujeto de acento portugués y, a diferencia del modus operandi de la DINA, que solo quería nombres, este sujeto primero les preguntaba todos sus datos personales, como si quisiera saber de ellos, entenderlos, saber de sus vidas, sus temores, etc. 

Además, el sujeto de acento portugués y otros más los interrogaban en forma simultánea con otros miembros de la DINA que estaban en Villa Grimaldi, por medio de una radio de alta potencia. El lugar además era desconcertante porque cuando no estaban siendo interrogados, el único sonido que les llegaba, como un sordo rumor, era el chicharreo de la radio que usaba la DINA, pero nada más. Incluso, ambos prisioneros tenían en forma constante a un guardia, que se ubicaba detrás de sus cabezas, pero nunca los oyeron emitir palabra alguna.

Permaneció cerca de una semana allí y cuando lo llevaban de regreso a otro centro de detención en Santiago el mismo suboficial del Ejército, la única persona que tuvo un trato humanitario con él, le dijo que había estado en Colonia Dignidad y no solo eso, sino que además le explicó que habían estado allí en medio de una instrucción “de una instrucción para oficiales en el ámbito de interrogatorios” (hasta el día de hoy Zott lo ha intentado encontrar, lo que ha sido en vano).

Lo anterior cobró sentido casi 40 años después, cuando la PDI encontró en la colonia un cuadernillo que evidenciaba que en noviembre de 1974 la DINA había realizado un entrenamiento de inteligencia para suboficiales al interior de la colonia.

Hoy, Zott entiende que tanto él como Peebles fueron básicamente utilizados como los sujetos a ser interrogados en dicho entrenamiento, en el cual todo indica que el sujeto extranjero era Carlos  Camacho Matos, un funcionario del Ejército brasileño que a inicios de los años ‘70 se infiltró en el MIR, en Concepción, y que posteriormente fue situado en la colonia junto a otros brasileños.

La oficina

Zott está seguro de que el sitio donde él y Peebles permanecieron dentro de la colonia no era la famosa “Bodega de las papas”, donde fueron recluidos muchos otros prisioneros detenidos por la DINA en Santiago, Talca, Parral o Coronel, y por mucho tiempo le carcomió la duda de dónde había estado exactamente. En 2007 estuvo al interior de la colonia, tratando -entre otras cosas- de ubicar el lugar, pero no tuvo éxito. Sin embargo, algo peculiar sucedió en dicha visita, que fue autorizada por el delegado que el gobierno de la época designó para la secta, Hermán Schwember, y que era guiada por Udo Hopp, el hermano mayor del médico Hartmutt Hopp.

En medio de ello, Zott me dijo quién era:

-Yo soy un sobreviviente de aquí, yo estuve preso aquí. Yo me llamo tal y cual -le explicó. Para su sorpresa, Hopp se emocionó.

-Me quedó mirando como un shock. Y me vuelve a mirar, se me acerca y me da un abrazo, mil por ciento emocional. Se le caen lágrimas y me volvía a mirar la cara como diciendo “lo conozco, no lo conozco, lo reconozco”. 

Tras ello, el guía le dijo que le iba a mostrar algo.

-Me llevó a un lugar que yo ahora, lamentablemente, no puedo reconocer. Sé cómo se ve por dentro, pero yo no me acuerdo desde qué parte llegamos a ese lugar, y me dice, este es el laboratorio donde mi hermano trabajaba con la gente de la DINA y me dice, tú sabes, son todos esos químicos que se elaboraron, etc. -en referencia a las armas químicas y probablemente bacteriológicas que se produjeron al interior de la DINA. Sin embargo, el recorrido quedó interrumpido, debido a la oposición de otros colonos y de la propia esposa de Hopp. 

Cincuenta años más tarde de su reclusión en la secta, Zott pudo finalmente identificar el lugar. Se trataba de una construcción que hoy se encuentra casi en ruinas, pues está llena de materiales de desecho, y que antes era conocida como la Hildegard Halle (el galpón de Hildegard), la cual posee en su parte posterior (por donde se ingresa) la rampa de cemento que Zott menciona, “la típica rampa de una bodega en la cual los camiones descargan”, explica. Se trata de una edificación de un piso, de madera, de gran tamaño, dividida en tres naves y que luego de que fuera identificada como el lugar en que estuvo Zott, está siendo en estos momentos estudiada por la PDI, especialmente ante la sospecha de que posea un subterráneo oculto, pues cabe recordar que solo en los últimos dos meses la ministra Plaza, junto a los detectives con los cuales trabaja, ha logrado encontrar ya dos búnkeres subterráneos e interrogar a una serie de testigos que estarían entregando antecedentes de utilidad para la reconstitución de la actividad represiva en conjunto de la DINA y la Colonia Dignidad, con el fin de encontrar a las víctimas que fueron allí ejecutadas.



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