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Control territorial depredatorio: “Los Espartanos” exigían medio millón mensual a locatarios Investigación Capturas de pantalla

Control territorial depredatorio: “Los Espartanos” exigían medio millón mensual a locatarios

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Carlos Basso Prieto
Por : Carlos Basso Prieto Unidad de Investigación de El Mostrador.
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Jefe del grupo que operaba vendiendo drogas en el Persa Bío-Bío ocupaba una Chevrolet Tahoe que costó 70 millones de pesos y que fue comprada por un chileno que, a su vez, le facilitaba su local en el centro comercial para que operara.


Una serie de detalles muy llamativos han comenzado a revelar las indagatorias efectuadas por la Brigada de Investigación Criminal de Santiago (Bicrim) de la PDI, junto con la Fiscalía Centro Norte, respecto de la forma en que operaba la organización criminal transnacional de “Los Espartanos” en el sector del Persa Bío-Bío, donde la semana pasada se realizó un operativo masivo que culminó con 32 detenidos, 10 de ellos acusados de tráfico o microtráfico de drogas y varios más por receptación de especies robadas, especialmente teléfonos celulares.

“Los Espartanos” son una subdivisión de la que fuera la banda más poderosa del puerto de Buenaventura (Colombia), “La Local”, formada por antiguos paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que establecieron alianzas con el Clan del Golfo, uno de los principales grupos narco del país. Según Insight Crime, una de las facciones de las AUC, la de la familia Bustamante, creó inicialmente un grupo conocido como “La Empresa”, del cual derivó posteriormente “La Local”.

Sin embargo, en 2020 “La Local” se desarticuló en dos facciones: “Los Espartanos” y “Los Shottas”, que comenzaron a enfrentarse por el control de los barrios de Buenaventura, generando tanta violencia que intervino el Gobierno, que derivó en una mesa de diálogo entre las dos bandas criminales que logró contener el conflicto por casi un año y medio, pero este volvió a estallar de nuevo en 2024. 

Ambas bandas –como ha informado El Mostrador– actúan desde hace años en Chile y mientras “Los Shottas” ya han sido objeto de al menos dos grandes investigaciones, en Iquique y Antofagasta, la primera gran redada que se efectúa en contra de “Los Espartanos” fue la del jueves pasado, en medio de la cual fue detenido el líder de la organización en el sector del persa, Luis Eduardo Cuadros González, más conocido como “El Burro”, un sujeto que en 2019 pidió regularizar su situación migratoria en Chile.

Sin embargo, el Departamento de Extranjería y Migración se lo negó, pues –como consta en la resolución respectiva– “registra una condena en su país de origen, como autor del delito de fabricación, tráfico y porte ilegal de armas de fuego, siendo condenado a la pena de 12 meses de prisión”.

Ante ello, Extranjería dispuso que fuera expulsado, lo que no se ejecutó, pese a que el año pasado incluso fue detenido y acusado por receptación.

Como evidencia la documentación judicial del caso, los otros dos objetivos principales de la indagatoria eran Jefferson Cárdenas Caiceco y Camel Viveros Godoy. El primero, de nacionalidad colombiana, tenía una orden de detención pendiente, dado que en 2021 fue detenido en Calama portando una pistola Beretta con 10 tiros en el cargador, tras lo cual fue condenado a una pena de 3 años y un día, pero recibió el beneficio de la libertad vigilada intensiva.

Sin embargo, no cumplió con el plan de intervención realizado por Gendarmería, ante lo cual en noviembre del año pasado la Fiscalía pidió que se dictara una orden de detención en su contra. 

Viveros, en tanto, es el único chileno del grupo, y cumplía una función clave: era el testaferro de “El Burro”, de acuerdo con la información entregada por la fiscal del caso al Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago. Viveros, de hecho, formó a mediados del año pasado una empresa, Inversiones Krysmart SpA, con la cual arrendó un local en el Persa Bío-Bío, uno de los cuales facilitaba a Cuadros. 

Además, compró una lujosa SUV, una Chevrolet Tahoe año 2024, por la cual pagó casi 70 millones de pesos. Sin embargo, quien ocupaba dicho móvil era Cuadros, el que también se movilizaba habitualmente en un Chevrolet Prisma que era conducido por otro sujeto, a modo de chofer. 

Otro hecho que se investiga son las inversiones que Cuadros tenía en Colombia. Además de jactarse de poseer varios departamentos en ese país, se determinó que estaba comprando uno nuevo en Cartagena de Indias, por un valor cercano a los 150 millones de pesos chilenos.

El día del allanamiento, en el local 611 del persa fueron hallados 1.7 kilos de marihuana. En poder de Cuadros, en tanto, la PDI encontró 705 mil pesos en dinero en efectivo. En la vivienda de Cárdenas, a su vez, la policía halló 205 gramos de clorhidrato de cocaína y 35 mil pesos en efectivo.

La guarda y la extorsión

Como ya ha informado El Mostrador, una de las principales características de las organizaciones criminales transnacionales que han llegado a Chile en los últimos años es el control territorial depredatorio (CDT), por medio del cual se toman cités, edificios y poblaciones completas, cobrando “arriendo” a quienes viven allí, proveyendo los servicios básicos y además usurpando viviendas, para ser utilizadas como lugares de tráfico de drogas o de comercio sexual. 

En el caso de “Los Espartanos”, sin embargo, se detectó una modalidad nueva: la usurpación de locales comerciales. Los miembros del grupo (que solo en el Persa Bío-Bío se estima que era una treintena) vigilaban los galpones todos los días, gracias a lo cual sabían perfectamente bien qué locales estaban desocupados o sin movimiento, por lo que los abrían y ocupaban, principalmente como lugares de guarda de drogas. 

No fueron pocos los casos de locatarios que, al abrir sus negocios por la mañana, se encontraban con que sus medidas de seguridad habían sido vulneradas y que, más encima, dentro de ellos había drogas escondidas en distintos lugares. Sin embargo, como reconoce una fuente familiarizada con el modus operandi de la banda, nadie se atrevía a encararlos, dada la violencia con que actuaban y la constante exhibición que efectuaban de sí mismos por medio de redes sociales, en las cuales aparecen apuntando a las cámaras con sus manos, como si fueran armas, y también mostrando tres dedos, signo característico de la banda, lo que deriva de los 300 espartanos que combatieron a los persas en el paso de las Termópilas.

Sin embargo, la violencia no era solo  por medios simbólicos, pues –tal como se reveló en el momento de las detenciones– también existen investigaciones en contra de “Los Espartanos” por homicidios.

A lo anterior se sumaba la extorsión, que también es uno de los mercados ilícitos más redituables de grupos como El Tren de Aragua, Los Pulpos o Los Shottas. Había locatarios que llegaron a pagar 500 mil pesos mensuales a fin de recibir “protección” por parte del grupo, protección que –por cierto– evitaba que ellos mismos les quemaran o robaran sus instalaciones, aunque también mantenían fuera del local a otros grupos. 

De hecho, consiguieron expulsar por vías violentas a casi todos los narcotraficantes chilenos que antiguamente pululaban por el sector, el que coparon con sus propios vendedores, los que recibían una especie de sueldo base de 20 mil pesos diarios y, además, una comisión: 200 pesos por gramo vendido. Del mismo modo, lograron convivir en paz con Los Pulpos y el Tren de Aragua y, de ese modo, consiguieron el control total del tráfico de drogas en ese sector. 

 

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