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Aleksandr Dugin, el ideólogo de Putin, define a Donald Trump como “un Augusto moderno ” Investigación

Aleksandr Dugin, el ideólogo de Putin, define a Donald Trump como “un Augusto moderno ”

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Carlos Basso Prieto
Por : Carlos Basso Prieto Unidad de Investigación de El Mostrador.
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El hombre detrás de la concepción de Rusia como un poder imperial, muy cercano a su gobernante y con fuertes lazos en Brasil y Argentina, acaba de publicar un libro sobre el presidente de EE.UU., en el cual explica que este es “un iliberal nacionalista” y lo define como “vibrante, único, impulsivo”.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
Aleksandr Dugin, influyente ideólogo ruso, es señalado como impulsor de la anexión de Crimea y la invasión de Ucrania. Sus ideas defienden un mundo multipolar con Rusia como gran potencia. Aunque niega cercanía personal con Putin, su pensamiento influye en el Kremlin y en la ultraderecha global. En América Latina, ha conectado con distintos líderes y en Argentina promueve una visión imperial. Su nuevo libro, The Trump Revolution, exalta a Trump y condena el liberalismo, al que califica como una como ideología “criminal”.
Desarrollado por El Mostrador

En medio del desorden que hoy impera a nivel mundial, en el cual –por medio de la pirotecnia verbal– los agredidos se convierten en agresores y las fronteras y tratados parecen dejar de tener valor, un nombre resuena con fuerza no solo en su país natal, Rusia, sino también en otras naciones, como Estados Unidos y Argentina: Aleksandr Dugin.

Muy conocido en Rusia, en Moscú se dice que, cuando Dugin habla, Putin ejecuta. 

Su voz también es muy escuchada en Estados Unidos. El año pasado una de las principales voces de la extrema derecha de ese país, el exconductor de Fox Tucker Carlson, realizó una extensa entrevista a Vladimir Putin, en Moscú (que se transmitió por medio de X, la red social de Elon Musk), pero también entrevistó a Dugin.

Sindicado como el impulsor de la anexión de Crimea por parte de Rusia, en 2014, y de la invasión de Ucrania, es autor de numerosos libros –la mayoría de los cuales publica su propia editorial, Arktos– y en ellos ha ido plasmando sus ideas, que entre otras cosas se remiten a la noción de la multipolaridad, basada en la idea de que existen varios “Grandes Poderes” en el mundo que –según él– están destinados a regir los destinos de la humanidad. Uno de ellos, asevera, es “La Gran Rusia”, que no solo considera los terrenos con que esta quedó después del derrumbe de la URSS, en 1991, sino también Ucrania completa. 

Otros “Grandes Poderes” –a su juicio– son Estados Unidos, China, India, el Islam y América Latina, continente que ha visitado muchas veces.

Argentina Imperial

Admirador de la Rusia de los zares y aficionado a lo esotérico, habitualmente se lo compara con Rasputín, el asesor personal del zar Nicolás II y de su esposa Alexandra, pero él niega tener cercanía con Putin, algo que sí refrenda el periodista de investigación estadounidense Douglas Farah, quien explica que hoy por hoy existe mucha cercanía ideológica en Moscú entre Putin, el patriarca de la Iglesia ortodoxa y Aleksandr Dugin. 

En dicho sentido, señala que “Putin en lo personal no tiene una cercanía, digamos de amistad, con Dugin, no se ven juntos, pero el primero apoya los think tanks que ha armado Dugin con la iglesia ortodoxa y entrega mucho apoyo estatal a los esfuerzos de Dugin”. 

Según relata, “Dugin comienza su carrera, académicamente, en los años 90, después de la caída de la Unión Soviética, cuando él comienza a escribir, describiendo cómo era el imperio ruso, su grandeza, etc., y lamentando profundamente la caída de la Unión Soviética y cómo Rusia había sido derrotada y humillada ante el mundo. En base a ese concepto de la historia, él comienza a tejer una ideología fuertemente relacionada con el regreso del zar para gobernar Rusia, el hombre fuerte que recompondrá Rusia como Estado mundial, o sea, un gran poder en el mundo”. 

En función de ello “llega muy cerca de Putin y, a través de él, también es muy cercano a los grupos más conservadores de la Iglesia ortodoxa rusa. En base a los conservadores en la Iglesia, Putin y Dugin comienzan a tejer esta narrativa de que Occidente es el culpable de todo, que es un poder hegemónico y que Rusia tiene, no el derecho, sino el deber de retomar la historia del territorio que históricamente pertenecía a Rusia, lo que ellos llaman el near abroad, o sea, el ‘lejano cercano’, donde tienen el derecho y la obligación de gobernar”, algo –por cierto– muy semejante a las teorías de expansión territorial proclamadas por el geógrafo del nazismo, Carl Troll. 

A lo anterior –agrega el periodista estadounidense–, suman “la guerra cultural”, por la cual Putin y Dugan se declaran “antigay, anti-LGBTQ, antiinmigración, etc. Ahí es donde se logra esa unión tan rara con la ultraderecha de Estados Unidos y con Trump, que ahora está hablando del imperio norteamericano, de reconquistar Panamá, de que tenemos que tomar Groenlandia, de que tenemos que tomar Canadá, pues todo eso nos pertenece, porque somos el imperio de Estados Unidos”. 

Sobre sus vínculos con América Latina, Farah comenta que en el continente ha costado mucho entenderlo, porque “cambia de chip” dependiendo de quién esté en el poder. En algún momento fue cercano al Partido de los Trabajadores (PT) de Lula da Silva, en Brasil, y luego estuvo muy cerca de Jair Bolsonaro. 

Eso le da una facilidad de mover cosas en la región, la que es sumamente subestimada por Estados Unidos y por los países mismos de América Latina”, frente a lo cual advierte que “es extremadamente peligroso para la democracia”.

Según puntualiza Farah, “el hijo y el hermano de Bolsonaro están muy cercanos a Dugin, personalmente se han visitado”. Esas y otras visitas cristalizaron en la idea de que “si Estados Unidos está en el patio trasero de Rusia, con la OTAN, Crimea y Ucrania, Rusia tiene que estar en el near abroad de Estados Unidos, que es América Latina”.

En el Cono Sur del continente, detalla, proclama la idea “de que Argentina fue un gran imperio hasta que los ingleses le quitaron las islas Malvinas, lo que es obviamente absurdo, pero tiene un eco muy fuerte en ciertos sectores de Argentina. Él les ha dicho que fueron un gran imperio, un gran país hasta que los británicos y los demás llegaron a joderlos y que, entonces, tienen el derecho de reclamar su estatus históricamente legítimo como poder en América Latina. Y eso tiene un eco para mí sorprendentemente fuerte en Argentina, porque desde afuera parece un poco absurdo”.

Dicha teoría se parece mucho a la de “Argentina Imperial” que, como informó El Mostrador, está en boga por estos días en Buenos Aires, especialmente entre los seguidores de Javier Milei. 

De hecho, ha visitado Argentina muchas veces y aunque no se sabe que haya hecho lo mismo con Chile, lo han entrevistado desde el país en el canal de YouTube “Círculo Patriótico Chile”. También, algunos de sus libros han sido impresos por Ignacio Carrera Pinto ediciones.

Trump revolucionario

Hace solo algunos días, Dugin publicó su último libro: The Trump Revolution: A new order of great powers, en el cual hay una serie de artículos y entrevistas suyas en donde analiza el primer mes y medio del segundo mandato del presidente de EE.UU., a quien Dugin califica como “un nacionalista antiliberal”.

Al respecto, señala que “el nacionalismo antiliberal se ha convertido en el eje del movimiento MAGA (Make America Great Again)” y asevera que, de ahora en adelante, EE.UU. solo reconocerá a otros “grandes poderes, incluyendo a Rusia, China e India”.

Según Dugin, una palabra clave para comprender a Trump y Putin es “desacople”. En ese ese sentido, asegura que Trump se está “desacoplando” de los demás países, del mismo modo como Rusia lo tuvo que hacer forzadamente a partir de las sanciones que recibió en 2022, luego del inicio de lo que el ideólogo denomina “la operación especial de Ucrania”, lo que llevó a Rusia a convertirse “en una autarquía forzada, mitigada por su fortaleza y por los lazos que forjó con países no occidentales”, lo que –a juicio de Dugin– “representó un paso decisivo hacia la restauración de su soberanía geopolítica plena”.

Más allá de eso, su visión sobre el futuro es apocalíptica: “Rusia cree que ha sido atacada por Occidente. Nos vemos a nosotros mismos, en el futuro, envueltos en una guerra con Occidente provisto de armas nucleares”. Según él, Putin “está en contra del orden mundial unipolar, fundado en la hegemonía liberal occidental, a la que el presidente Putin ha opuesto un decidido no”. 

Evidenciando su admiración por el exoficial de la KGB que hoy dirige Rusia (Dugin es, a su vez, hijo de un alto oficial del GRU, la inteligencia militar de la antigua Unión Soviética), dice que “Putin no solo habla; él actúa”.

Tampoco escatima adjetivos hacia Trump, de quien dice que “es vibrante, único, impulsivo y con una personalidad de fuerte voluntad. A pesar de su edad, sigue en buena forma: apasionado, enérgico y vigoroso”.

En términos ideológicos, señala que lo que define a Trump es “su oposición al globalismo y al liberalismo en todos los niveles, en todas las esferas, en todo sentido”. Asimismo, indica que Donald Trump y su ideología rechazan “cualquier noción de internacionalismo, cualquier retórica sobre los llamados ‘valores humanos universales’, democracia mundial’ o ‘derechos humanos’. Su único imperativo es América y su bienestar. Aquellos que se alinean con su visión son enemigos o aliados; quienes se oponen son enemigos”.

Asimismo, argumenta que el gobernante estadounidense quiere “desacoplarse” del sistema que impera desde el tratado de Yalta y que, para ello, busca “desmantelar todas las institucionales internacionales que simbolizan los últimos 80 años: la ONU y las estructuras globalistas como la OMS y USAID, incluso la OTAN”.

Y no se detiene: “Trump ve a Estados Unidos como un nuevo imperio y a él mismo como un Augusto moderno, que formalmente terminó con la república decadente”. Por cierto, ello redunda en que “la Unión Europea es tanto un adversario ideológico como un competidor geopolítico” y, en dicho sentido, Dugin afirma que “con el Occidente ahora dividido, Moscú se aferrará a su soberanía con aún más firmeza, pero también lo hará Trump. Él tiene su imperio; Rusia tiene el suyo” y advierte que quizá colisionen en algún momento, pero en un contexto nuevo, que él define como “el mundo de los grandes poderes posglobalismo”.

El odio a los liberales

Quizá una de las partes más sorprendentes del libro es la que Dugin dedica al liberalismo, del cual dice que “debe ser reconocido como una ideología criminal y extremista”, agregando que “a nivel planetario, es tiempo de condena al liberalismo como tal y la sentencia es a muerte”.

Haciéndose eco de lo señalado por Trump y sus cercanos (como Elon Musk), dice que “los trumpistas han asestado un golpe mortal al corazón del pulpo liberal: USAID”, al cual culpa de financiar terrorismo, extremismo, asesinatos, golpes de Estado y muchas otras calamidades, incluyendo “la formación, financiamiento y apoyo político del nazismo ucraniano”. 

Al respecto, comenta que se trata de una guerra que está comenzando y que luego “Trump planea auditar el Pentágono y la CIA, desmantelar el Departamento de Educación y reformar el sistema de la Reserva Federal. Ha cortado una cabeza de la hydra, pero quedan muchas con las cuales deben lidiar Elon Musk, DOGE y Ron Paul. Esta es una revolución monumental, quizá más significativa que 1991 o 1917 en nuestro país. Es un cambio total de paradigma”.

Por cierto, Ucrania es otra de sus obsesiones, pues entre otras cosas él culpa al Gobierno de ese país de estar detrás del atentado que en 2022 le costó la vida a su hija (la periodista Darya Dugina), quien fue asesinada por medio de un coche bomba, aunque muchos –como Douglas Farah– creen que el objetivo del ataque era, en realidad, Dugin.

Sobre el país invadido, dice que el objetivo final de la “operación militar especial” es tomar Kiev, la capital, aseverando que Rusia tiene como objetivo continuar su cooperación con otros “grandes poderes” para construir un mundo multipolar, en el cual “Ucrania no tiene lugar”.



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