
Sicariato en el sur: las sospechosas coincidencias de otro ataque con crimen de empresario
La muerte del empresario Marcel Foessel, asesinado en un predio familiar, no solo incorpora amenazas, incendios y solicitudes de pagos en bitcoins, ahora se sabe que durante la misma época otro empresario fue atacado por sicarios en su casa.
A medida que avanza la investigación por la extraña muerte del empresario ganadero Marcel Foessel Bunting, asesinado en un predio familiar el 9 de febrero de este año, empiezan a aparecer cada vez más indicios respecto de otros hechos similares ocurridos en la zona, que han afectado a otros importantes empresarios de la región y que dan cuenta de que su homicidio no se trataría de un simple hecho aislado.
Se sabe hasta ahora que el ingeniero civil industrial portaba un chaleco antibalas el día de su muerte y que fue asesinado por desconocidos en un campo ubicado a ocho kilómetros de Ñirehuao, un sector de difícil acceso ubicado en la comuna de Coyhaique, dos días después de haber sido condenado por abuso sexual en contra de una menor de edad, en Santiago. El empresario, además, estaba siendo investigado por un delito similar en contra de su hija y en ambos casos argumentaba ser inocente.
Sin embargo, antes del crimen de Foessel, a su correo electrónico llegaron mensajes extorsivos, al igual que al de varios miembros de la Organización Agrícola y Ganadera Austral (OGANA), que agrupa a destacados empresarios del rubro, entre ellos, una autoridad regional actual y un exconsejero regional de Renovación Nacional. Hace unos años, incluso, el gremio había sido presidido por el padre del empresario asesinado a comienzos de febrero.
“Advertencia. Estás dentro de la lacra que se ha aprovechado por generaciones y que usufructa [sic] de beneficios que ganaron aprovechándose del resto con engaños, abusos, uso de contactos y malas prácticas”, fue uno de los mensajes que recibieron los afectados, quienes fueron conminados a pagar 60 mil dólares en bitcoins o correrían la misma suerte de un empresario cuyo lodge había sido incendiado a fines de 2023.
En junio de 2024, un galpón de propiedad de Foessel fue incendiado y en septiembre de ese mismo año sufrió un primer ataque a balazos, cuando se encontraba al interior de su camioneta, debido a lo cual sufrió diversas lesiones. Fue a contar de ese hecho que comenzó a transitar siempre con un chaleco antibalas y a portar un arma, según versiones no confirmadas, nada de lo cual, sin embargo, le permitió escapar con vida del ataque a disparos que sufrió en febrero.
Sin embargo, ese hecho no es el único de ese tipo en Coyhaique, pues siete meses antes de la muerte de Foessel, un atentado de similares características afectó a otro empresario ganadero de la región, Marcelo Solís, quien también fue atacado en un lugar aislado, por un grupo de desconocidos que se dio a la fuga y que, al igual que en el caso de Foessel, aún no han sido encontrados por la policía. La víctima esta vez, sin embargo, resultó ilesa.
Incendios, amenazas y muertes
El 5 de julio del año pasado, Marcelo Solís se encontraba en su casa, ubicada en el sector de Mañihuales, cuando a eso de la medianoche su hija lo alertó de una situación aterradora: dos sujetos intentaban ingresar a su casa, luego de romper el vidrio de la puerta principal con una pistola.
Solís recuerda que se parapetó con su hija en su dormitorio, sacó un arma para defenderse y se enfrentó a disparos con los invasores. Dice que tuvo suerte, porque no recibió ningún impacto directo, pese a que los atacantes apuntaron al mismo costado donde dormía en la cama. Tras el tiroteo, no tuvo dudas: “Son sicarios”, pensó.
Su hipótesis tenía algunos asideros. La vivienda se encontraba a más de un kilómetro del camino principal y los sujetos sabían cómo llegar a ella, pero lo más revelador de todo fue que al día siguiente, en medio de la nieve, encontró una mira de visión nocturna.
Según su análisis, los asesinos a sueldo que llegaron a su casa fueron dos, más un cómplice que los esperó en un vehículo antes de huir. Carabineros tomó la denuncia y la Fiscalía comenzó de inmediato una investigación, la cual es reservada. La única diferencia con el ataque sufrido por Foessel fue que, en ese caso, no hubo amenazas previas.
Asimismo –según fuentes consultadas por El Mostrador–, otros empresarios también sufrieron la quema de sus galpones en una ola de siniestros que afectó a varios predios ubicados en las inmediaciones de Coyhaique, también emplazados en sectores rurales y apartados. En resumen, se han perpetrado incendios, amenazas extorsivas y ataques directos en contra de personas.
Lo cierto es que la eventual presencia de asesinos a sueldo en la región es algo que preocupa. Solís piensa que se trata de personas que sabían muy bien lo que tenían hacer –“el encargo”– y estaban plenamente informadas por dónde debían ingresar y huir.
“Sabían perfectamente el lado de la cama por donde dormía, percutaron cinco tiros y uno de ellos fue justo a la altura de la cabecera, conocían el lugar, cómo arrancar y desaparecer sin dejar rastro”, plantea.
Solís tiene sospechas de quiénes pueden ser los responsables del atentado en su contra, así como de las causas, todo lo cual está en conocimiento del Ministerio Público.
El Mostrador intentó tener una versión del ente persecutor, pero desde el organismo nos señalaron que no emitirían comentarios durante el proceso de investigación.