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¡Buenas tardes, habitantes de este tranquilizador Universo Paralelo!
Me cuesta editar un número sobre el cáncer. Es un poco deprimente, además del hecho de que ser hipocondríaco no ayuda. Pero en un newsletter de ciencia no podemos mirar a un costado cuando se trata de uno de los problemas de salud más importantes del planeta.
El cáncer es una enfermedad o, más bien, un conjunto de enfermedades, muy extraño. Es de algún modo una traición de nuestras propias células. En palabras de la bióloga y matemática, doctora Franziska Michor, “el cáncer es una ruptura del pacto de la multicelularidad”.
Para hablar de cáncer, tenemos grandes invitados. Primero, la doctora en Epidemiología y Bioestadística Javiera Garrido nos contará sobre la relación entre el desarrollo de la enfermedad y nuestra interacción con factores ambientales.
Luego volvemos al cáncer en nuestro cuestionario, que en esta ocasión contesta el doctor en Bioquímica Gareth Owen, profesor titular de la Universidad Católica de Chile e investigador del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia.
Luego, en las Breves Paralelas, tenemos dos invitados. Primero Fernán Gómez, dentista y doctor en Ciencias Médicas, que nos cuenta sobre cómo el deterioro del sistema inmune en la vejez aumenta el riesgo de contraer la enfermedad. Por otra parte, el antropólogo social Francisco Crespo reporta sobre un reciente artículo que relaciona el Índice de Desarrollo Humano (IDH) con la incidencia de cáncer.
Espero que disfruten de esta edición y que nos ayuden con la difusión de la ciencia en los medios. Compartan este Universo Paralelo. Y si les llegó de alguien, ¡inscríbanse ya!
Al momento de la concepción, los seres humanos somos preprogramados con un riesgo de desarrollar cáncer, el cual está determinado por nuestro material genético. Sin embargo, este riesgo no es estático. Varía en el tiempo y es continuamente modulado por distintos agentes externos o “exógenos”.
El exposoma no busca solamente caracterizar las exposiciones medioambientales, como la concentración de material particulado en el aire o la de contaminantes en el agua. Si bien estos datos proporcionan información relevante, por sí solos no dicen mucho acerca del impacto que tienen al interior de nuestros organismos.
A través de estas mediciones podemos entender cómo distintas exposiciones modulan el riesgo de aparición de enfermedades.
Recientemente, Marie Demey y sus colaboradores publicaron un atractivo artículo sobre la percepción sonora en plantas, en el cual exploran la evidencia científica de la última década sobre cómo las plantas perciben y responden a los sonidos de su entorno.
Las plantas parecen utilizar señales acústicas para interactuar con factores bióticos y abióticos. Por ejemplo, pueden detectar sonidos de agua en movimiento, lo que dirige el crecimiento de sus raíces hacia fuentes de agua, en un fenómeno conocido como fonotropismo. Además, responden a sonidos de polinizadores y herbívoros; en el caso de Arabidopsis, se ha observado que incrementan su respuesta defensiva al percibir sonidos de masticación de orugas, incluso antes de ser atacadas.
Un descubrimiento sorprendente es que las plantas pueden emitir sonidos en respuesta a situaciones de estrés, lo cual podría ser percibido por otras plantas e, incluso, utilizado para monitorear la salud de los cultivos. En un estudio liderado por Itzhak Khait Khait en 2023, se observó que las plantas de tomate y tabaco emiten sonidos ultrasónicos cuando experimentan sequía o daños físicos.
Estos sonidos, que oscilan entre 20 y 150 kHz, no son audibles para el oído humano, pero pueden detectarse con equipos acústicos especializados. Este hallazgo plantea la posibilidad de utilizar la detección acústica como herramienta no invasiva en la agricultura para monitorear el estado hídrico y optimizar el riego. Además, sugiere que los sonidos emitidos por las plantas bajo estrés podrían tener un rol ecológico, alertando a otros organismos sobre la presencia de condiciones desfavorables.
Cada semana hacemos las mismas cuatro preguntas a una persona dedicada a la ciencia. En esta edición, entrevistamos al doctor en Bioquímica Gareth Owen. El Dr. Owen es profesor titular de la Universidad Católica de Chile e investigador del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia.
-¿Qué te motivó a dedicarte a la ciencia?
-Mi padre era botánico, por lo que la ciencia siempre formó parte de mi educación. Crecí en el campo, entre dos granjas, por lo que a menudo asistía a la disección de animales, lo que supongo que despertó mi interés científico. Curiosamente, creo que la religión jugó un papel importante en mi deseo de convertirme en científico. Nací y crecí en la zona británica de Irlanda del Norte. Mis días escolares transcurrieron en el contexto de una guerra civil entre dos supuestas religiones. Fui a una escuela pública que era solo para protestantes, y la religión era el único tema de conversación. Afortunadamente, mis padres eran progresistas y nunca me permitieron involucrarme en estos asuntos tribales; sin embargo, la preferencia por la ciencia sobre la religión quedó firmemente arraigada a una edad temprana.
Recuerdo que me pidieron que abandonara el aula porque defendía demasiado la evolución frente al creacionismo. Mis padres iban de vacaciones a Francia todos los años y, como mi padre era científico, nuestras vacaciones consistían en visitar museos y cuevas de Cro-Magnon. La visión de pinturas rupestres y cráneos humanos es suficiente para capturar la imaginación de cualquier niño. Estos momentos afectan al niño y dan forma a su futuro. Hoy trabajo en la investigación del cáncer y considero la progresión del tumor solo como una célula que experimenta en el proceso evolutivo.
-¿Cuál es el trabajo científico que más influyó en tu actividad?
-Desde mi tesis doctoral he estudiado el cáncer, sin embargo, no empecé con este tema. Durante mi tesis a nivel de licenciatura y mi año de prácticas en la industria, mientras estaba en el King’s College de Londres, estudié botánica. Sin embargo, después de un año trabajando en el instituto de genómica vegetal en Inglaterra, me di cuenta de que mi pasión estaba en la biomedicina, no en las plantas. Mis estudios de doctorado fueron sobre investigación del cáncer y mi interés personal desde entonces ha sido hacer una contribución significativa a este campo.
-¿Cuál es el problema científico más importante que debe resolverse?
-Es imposible responder a esta pregunta y casi tan imposible responder sin sesgos personales. Las grandes preguntas científicas son filosóficas: por qué y cómo. Sin embargo, una de las cuestiones científicas más importantes de nuestra generación es comprender y potencialmente curar el cáncer, la principal causa de muerte de la mayoría de los seres humanos. Una vez que podamos tratar el cáncer de manera efectiva (dudo que haya una cura universal), un objetivo igualmente importante será comprender cómo proteger nuestras mentes del deterioro en nuestros cuerpos envejecidos.
-¿Cuál es la pregunta que te desvela como científico y cómo la enfrentas?
-La conexión entre el cáncer y la evolución todavía me fascina hasta el día de hoy. La capacidad de la célula cancerosa de acceder a cada parte del genoma (tanto pasado como presente) para lograr su objetivo de supervivencia y propagación es increíble. Mi propia investigación ha sugerido que la célula cancerosa puede implementar vías de regulación genética utilizadas por última vez en los primeros vertebrados, casi 500 millones de años antes de la evolución de nuestra especie. Cuanto más entiendo el cáncer, más entiendo cómo surgió la vida compleja a partir de una sola célula.
Esta es una imagen muy atractiva y colorida, pero en este caso cuesta mucho hablar de belleza. Se trata de células de cáncer cervicouterino, en donde los microtúbulos, un componente clave de su citoesqueleto, aparecen resaltados en verde. Con su clásica apariencia que recuerda a un montón de tallarines, estas estructuras son fundamentales para entender fenómenos característicos de células metastásicas, como su proliferación y movimiento.
Sumado a esto, las estructuras que se observan en la imagen tienen una compleja y fuerte asociación con otros componentes celulares, como la actina, que permite moldear la forma de las células. Por todo esto, podemos suponer que cualquier mal funcionamiento de estas estructuras podría afectar un gran número de procesos clave para la maquinaria de las células.
Las células cancerosas presentan alteraciones que se han observado en la red de microtúbulos, lo que conlleva errores en la localización de un sinfín de moléculas dentro de la célula. Esto contribuye a la proliferación y migración de las células tumorales, potenciando su capacidad para invadir otros tejidos.
Comprender la manera en que esto ocurre podría dar luces de cómo las células tumorales tienen potenciada su motilidad y, por ende, su capacidad de invadir otros tejidos, abriendo la puerta a nuevas estrategias terapéuticas.
– Envejecimiento saludable: una armadura natural contra el cáncer. A medida que envejecemos, nuestro cuerpo experimenta cambios naturales, por ejemplo, alteraciones en el sistema inmune. Sin embargo, fomentar un envejecimiento saludable promueve un sistema inmune funcional, creando una barrera protectora contra enfermedades graves como el cáncer.
El envejecimiento trae consigo una reducción gradual de la actividad del sistema inmune. Por ejemplo, células esenciales en la respuesta antitumoral, como los linfocitos y células asesinas naturales (células NK), se encontrarán funcionalmente alteradas.
Lo anterior implica que aumente la probabilidad de la acumulación de células con mutaciones favorables para el cáncer y se promueva la progresión tumoral.
Diversos estudios demuestran que la disminución de la inflamación crónica mediante la consolidación de una dieta balanceada, la abstención total del consumo de tabaco, la mejora en la calidad del aire y realizar actividad física, entre otras, promueven un sistema inmune funcional con el paso de los años, reduciendo la incidencia de cáncer en la población.
Así, promover un envejecimiento saludable no es simplemente una manera de prevenir enfermedades, sino que corresponde a una “armadura natural” contra el cáncer.
– Prevención del cáncer e Índice de Desarrollo Humano. El Índice de Desarrollo Humano (IDH) es un indicador global que mide tres dimensiones: a) vida larga y saludable, medida como esperanza de vida al nacer; b) conocimientos, medidos como años de educación escolar esperada y media de años de escolaridad efectiva; y c) estándar adecuado de vida, medido con el Ingreso Nacional Bruto (INB) per cápita, que representa los ingresos promedios de los habitantes de un país.
Un estudio publicado el pasado 4 de noviembre en JAMA analizó 36 tipos de cáncer en 185 países. El análisis prevé un aumento del 76% en la incidencia de cáncer para 2050, comparado con la incidencia registrada en 2022. Se espera un incremento del 89% en las muertes, en la misma comparación.
El estudio concluye que, ahora más que nunca, la prevención y el tratamiento del cáncer deben ser un esfuerzo mundial.
En un número dedicado al cáncer es inevitable para mí pensar en ese gran álbum de 1992, Magic and Loss, que en mi opinión es una de las obras maestras del ya fallecido músico estadounidense Lou Reed. El disco nace del impacto que le provocó la muerte de una amiga y un amigo producto de la enfermedad, y es un trabajo personal y brutalmente honesto.
A lo largo de las canciones, Reed explora el dolor, la fragilidad y la lucha contra el cáncer. «Libérame de este cuerpo/ de esta masa que se mueve junto a mí/ permíteme dejar este cuerpo lejos/ estoy cansado de mirarme/ odio este cuerpo doloroso/ que la enfermedad ha desgastado lentamente». También hay momentos un poco menos trágicos, como en la homónima última canción del disco, en que se resigna: «Hay un poco de magia en todo/ y algo de pérdida para equilibrar las cosas».
Una recomendación un poco más personal: hace dos números conté que la serie «Belleza Física: Los personajes», que conduje y está disponible en NTV, fue nominada a un premio en el Festival de Silbersalz, en Halle, Alemania. La serie fue dirigida por Rosario Jiménez-Gili y producida por Las Minas Smartmedia.
Bueno, ganamos la categoría «Southern lights», lo que nos tiene muy contentos y suficientemente confiados como para recomendarla en este espacio.
El próximo miércoles 20 de noviembre, a las 9:00 horas, se realizará en la Universidad Mayor el seminario Puentes para la Innovación: Ciencia, Estado e Industria en la Agenda Pública, instancia en la que se hará el lanzamiento del Laboratorio de Transdisciplina para las Ciencias, las Artes y la Comunicación.
El evento se realizará en el Auditorio del Campus Manuel Montt de Universidad Mayor, ubicado en Manuel Montt 367, Providencia. Si quieres asistir, regístrate aquí.
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Bueno, y esto es todo en esta edición de Universo Paralelo. Ya sabes, si tienes comentarios, recomendaciones, fotos, temas que aportar, puedes escribirme a universoparalelo@elmostrador.cl. Gracias por ser parte de este Universo Paralelo. ¡Hasta la próxima semana!
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