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¡Buenas tardes, habitantes de este calmo Universo Paralelo! Antes que nada, ¡feliz Navidad! Hay que agregar que esta es una fecha tremendamente importante en la historia de la ciencia.
Un 25 de diciembre nació el científico más influyente de la historia: Sir Isaac Newton. Es difícil poner en duda el lugar de Newton en el desarrollo de la ciencia moderna, particularmente para los físicos. Por eso, hoy partiremos esta edición contándote por qué, aunque no seas cristiano, o seas el mismísimo Grinch, hay una gran razón para considerar este día como uno muy especial.
El cuestionario de hoy lo responde la doctora en Ciencias y directora del Centro Transdisciplinario para las Ciencias, las Artes y la Comunicación de la Universidad Mayor, Sofía Vargas.
En Breves Paralelas hablaremos de villancicos, y sobre lo que dice la ciencia de esas melodías cortas y memorables que muchas veces no podemos sacarnos de la cabeza y que se convierten en “gusanos auditivos”.
Ojalá disfruten de esta edición navideña. Ayúdennos con la difusión de la ciencia en los medios, compartiendo este Universo Paralelo. Puede ser un gran regalo de Navidad para los amantes de la ciencia. Además, es gratis. Y si les llegó de alguien, ¡inscríbanse ya!
El mundo cristiano celebra hoy el nacimiento de Jesús, pero en Universo Paralelo hay otro nacimiento que no debe soslayarse: el del físico y matemático británico Isaac Newton, ocurrido un día como hoy, pero en 1642.
Pero, volviendo a su nacimiento, en realidad este ocurrió el 25 de diciembre para él. Para nosotros, si nos guiamos estrictamente por el movimiento de los planetas, su fecha de nacimiento es más cercana al 4 de enero de 1643. ¿Cómo es posible?
En tiempos de Newton, en Occidente se utilizaba el calendario juliano, introducido por Julio César en 46 a. C. Este fue un gran avance en el diseño de calendarios, pero aún tenía imperfecciones que se notaban con el paso de los siglos.
Para que las estaciones no se vayan corriendo en el calendario al pasar de los años, se crearon los bisiestos. Pero esto, a su vez, genera otros corrimientos, más lentos, que deben corregirse cada cierta cantidad de años.
Pero poco importa, los ingleses siguieron celebrando Navidad los 25 de diciembre. Después de todo, la fecha en el calendario es mucho más simbólica que un cálculo astrofísico que no tiene ninguna relevancia en estos contextos.
Cada uno lo puede celebrar cuando le parezca y, para mí, el nacimiento de Sir Isaac Newton seguirá marcado el 25 de diciembre. ¡Feliz cumpleaños, maestro!
En 2008, Satoshi Nakamoto presentó la revolucionaria tecnología blockchain y la moneda digital, el bitcoin. Esta ha ganado gran popularidad por varias razones:
¿Las criptomonedas son una inversión segura? Como referencia, el oro ha sido considerado históricamente como una reserva de valor y aludido por los inversores como un “activo refugio”. En cambio, las criptomonedas son instrumentos de riesgo alto, con precios que muestran una alta volatilidad y no cumplen con las características de un “activo refugio”.
Además, el bitcoin no tiene valor intrínseco y no cuenta con el respaldo de un gobierno. Finalmente, las criptomonedas suelen vincularse con fraudes. Los más reportados están relacionados con inversiones, con pérdidas por USD 5,6 billones, un 45% más que en 2022.
Una sugerencia es informarse bien antes de invertir, acotar la inversión a la cantidad que estás dispuesto a perder, no caer en el juego de las apuestas virtuales, y tener cuidado de la plataforma contratada para hacer tus operaciones de trading.
Cada semana hacemos las mismas cuatro preguntas a una persona dedicada a la ciencia. En esta edición, entrevistamos a la doctora en Ciencias y directora del Centro Transdisciplinario para las Ciencias, las Artes y la Comunicación de la Universidad Mayor, Sofía Vargas Payera.
-¿Qué te motivó a dedicarte a la ciencia?
-Mi motivación por responder preguntas y generar puentes entre disciplinas nació en mi infancia, cuando a casa llegaban revistas como Muy Interesante y National Geographic, las que despertaron mi curiosidad por la ciencia. Si bien mi mejor promedio en la enseñanza básica fue en matemática, en la enseñanza media me apasionaron la filosofía y el lenguaje. Desde entonces, me he sentido parte de esos dos mundos: de las ciencias naturales y las ciencias sociales.
Tras terminar el pregrado, decidí situarme en la interfaz entre la ciencia y la sociedad. No es común estudiar comunicación y luego obtener un doctorado en Ciencias en una universidad con perfil tecnológico, pero es un camino posible. Lo que sí es clave es encontrar buenos y buenas mentoras y los espacios académicos que no crean en divisiones disciplinares.
-¿Cuál es la obra científica que más influyó en tu actividad?
-No creo que haya una única obra científica que haya marcado mi camino, pero, sin duda, las ideas de Humberto Maturana y Francisco Varela han sido fundamentales en mi forma de entender el mundo. Su enfoque ecológico y relacional, combinado con el concepto de autopoiesis que escuché desde muy joven, me permitió entender el mundo de manera sistémica y apreciar el papel que juega cada ser en los sistemas naturales, así como nuestra capacidad constante de cambiar y de evolucionar.
Además, tuve la suerte de conocer al profesor Maturana, gracias a un proyecto de Explora Conicyt donde participé como monitora cuando tenía como 20 años. Mi misión fue preparar a niños y niñas de séptimo básico para que entrevistaran y buscaran la relación entre el científico Humberto Maturana y el dramaturgo Jaime Lorca. Esa experiencia fue significativa y marcó mi quehacer profesional. Creo que fue en ese proyecto donde vi con mucha claridad que la división radical entre las ciencias no es tal.
-¿Cuál es el problema científico más importante por resolver?
-Para responder esta pregunta, creo que es importante cuestionarnos qué entendemos por ciencia y por “problema científico”. Siguiendo la definición que plantea el editor de este espacio, en su libro Instinto Científico, en la que la ciencia se define como “esa característica profunda de nuestra naturaleza, inevitable y disponible para cualquier Homo sapiens”, y considerando la triple crisis planetaria que estamos viviendo, sumada a los efectos que esta crisis tiene en Chile debido a decisiones económicas y políticas, considero que uno de los mayores retos es cómo poner la ciencia, las diversas disciplinas y saberes al servicio de la restauración y regeneración de los ecosistemas degradados del país. Este es un desafío urgente, que requiere una visión integrada entre quienes se dedican a la ciencia, en su amplio sentido, sumado al mundo político y la sociedad.
-¿Cuál es la pregunta que te desvela como científica y cómo la enfrentas?
-Una pregunta que me ha acompañado durante más de una década es cómo superar la distancia entre disciplinas para abordar los problemas complejos que afectan a las personas. Temas como los desastres socionaturales, la transición energética y la escasez hídrica son ejemplos claros de estas problemáticas y que me han quitado el sueño.
Tras años de asistir a congresos científicos, he observado que, cuando se aborda el tema de la conexión con la sociedad, la conclusión es siempre la misma: la ciencia y las personas están desconectadas. La conclusión es clara, pero el desafío radica en cómo construir los puentes. Encontrar los mecanismos adecuados para integrar el conocimiento científico con los saberes y conocimientos locales y que sea útil para quienes toman las decisiones en los territorios, es una de las motivaciones que me mantiene despierta y me impulsa en mi trabajo.
¿Una estrellada noche navideña decorada con coloridas luces? No. Pero es una imagen científica que va bien con nuestro número navideño. Se trata de una “fotografía Schlieren”, una técnica que permite capturar imágenes de fluidos en movimiento. En este caso, aire.
Seguramente se han fijado que, cuando un cigarrillo se deja inmóvil en un cenicero, el humo caliente sube, primero en una trayectoria recta, hasta que a cierta altura se arremolina y se quiebra en pedacitos desordenados de humo: el humo entra en un régimen “turbulento”. Una corriente de aire caliente hace lo mismo, solo que es invisible. Esta técnica fotográfica nos permite verlo; de hecho, la imagen nos los muestra muy claramente.
También es muy claro cuando miramos el cielo estrellado. A la distancia que las observamos, las estrellas son minúsculos puntos en el cielo. Las turbulencias del aire desvían la luz y hacen titilar a las estrellas. Para fuentes de luz más grandes, el efecto no es tan importante, y resulta difícil ver estas corrientes y turbulencias a ojo desnudo.
Agradecemos a Jaka Javh que nos haya permitido utilizar esta festiva imagen, que conecta las coloridas noches de diciembre con el turbulento comportamiento del aire. Ese aire que respiramos y cuya transparencia nos impide conocerlo a simple vista, pero que la ciencia del Dr. Javh nos permite descubrir.
La canción más feliz de Navidad. Esta semana ya hemos apretado nuestro “switch” navideño, para embriagarnos en sus miles de jingles, esas canciones pegajosas y edulcoradas que son un clásico para estas celebraciones. Precisamente de esas ubicuas melodías tratan estas líneas.
Para dar con lo que se asemejara lo más posible a esta búsqueda de la perfección, realizaron una mezcla de entre las 200 composiciones más exitosas de todos los tiempos. En esto colaboró Joe Bennett, musicólogo del Berklee College of Music en Boston, quien fue el encargado de revisar las melodías más populares de la historia.
¿Sus conclusiones? La combinación que hace parecer atractiva a una canción navideña es un tempo 4/4, en tonalidad de Do o La mayor, y acompañada con sonidos de campanillas.
La canción, enfocada en generar el “mayor grado de felicidad” en las personas, fue encargada por Intu, institución que agrupa a los centros comerciales británicos, con el fin de satisfacer a sus clientes mientras compran sus regalos.
Gusanos auditivos. Love’s not just for Christmas es pegajosa, no cabe duda, como tantos otros villancicos. Esa es la característica que deben tener estas melodías, como también otras que necesitamos que sean memorables.
Una de las características de estas canciones es que escuchamos repetidamente tanto sus letras como sus melodías. Es por eso que los estribillos de las canciones suelen ser los extractos que se transforman en gusanos auditivos.
Pero la verdad es que la ciencia está aún lejos de comprender qué hay en esas canciones que no podemos sacar de nuestras cabezas. La intuición de un buen músico parece ser la mejor herramienta para construirlas.
Hablamos antes de esa música navideña que se repite incansablemente y nos inunda como gusanos auditivos. Pero para ser justos, la Navidad también ha inspirado grandes obras. Los ejemplos en la música orquestal abundan, en donde el Oratorio de Navidad de Johann Sebastian Bach representa uno de sus puntos más altos.
Su influencia es enorme y marcó todo el posterior desarrollo tanto del pop como del rock. Incluso antes de que los Beatles hicieran del estudio de grabación un instrumento más, allí estuvo Phil Spector. En el disco participan artistas de la talla de The Crystals, The Ronettes y Darlene Love.
Spector pasó los últimos 12 años de su vida en prisión, acusado de asesinar a la actriz Lana Clarkson. Murió el año 2021 a los 81 años. Una historia poco navideña para uno de los mejores álbumes de Navidad de la historia. Brian Wilson, el genio y líder de los Beach Boys, afirmaba que era su favorito de todos los tiempos. No es poco.
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Bueno, y esto es todo en esta edición navideña de Universo Paralelo. Ya sabes, si tienes comentarios, recomendaciones, fotos, temas que aportar, puedes escribirme a universoparalelo@elmostrador.cl. Gracias por ser parte de este Universo Paralelo. ¡Feliz Navidad!
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