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Día del Libro

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¡Buenas tardes, queridos habitantes de este Universo Paralelo! Hoy celebramos el Día del Libro y es el tema del presente número.

  • El libro es el objeto más noble de la cultura humana. Es aquel conjunto de símbolos que de manera más sintética ha sabido capturar el pensamiento, la emoción, la imaginación y el conocimiento.
  • El libro va a nuestro ritmo, nos permite detenernos, leer entre líneas, explorar más allá de sus símbolos. Es complejo entender cómo nuestra cultura terminó tan asociada a este objeto, que casi parece que fuese una extensión de nuestra biología.
  • Más complejo es comprender por qué el libro, desde que se masificó hace casi 600 años, sigue siendo el dispositivo más eficiente para transmitir cultura, algo que ninguna otra tecnología de la información ha podido superar.

Es por eso que resulta preocupante comprobar que son muy pocas las personas que hoy leen, particularmente en Chile. Peor aún, muchos estudios indican que el porcentaje de chilenos que comprenden lo que leen es menor al 10%.

En esta edición revisaremos algunas particularidades de los libros, desde la neurociencia hasta la semiología. Los invitados son:

  • Francisco Rivas: neurocirujano y licenciado en Filosofía de la Universidad de Chile. También es escritor, con una prolífera creación literaria, en la que se cuentan aproximadamente quince novelas, dos volúmenes de cuentos y un libro testimonial.
  • Javiera Errázuriz Tagle: doctora en Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid / Pontificia Universidad Católica de Chile.

Y también contamos con la participación de nuestros conocidos de la casa: el antropólogo social Francisco Crespo, el geólogo Camilo Sánchez y la periodista Francisca Munita.

Prepárense para una edición que habla de leer. Ojalá la lean y disfruten. Y, por favor, ayúdennos con la difusión de la ciencia en los medios, compartiendo este Universo Paralelo. Y si les llegó de alguien¡inscríbanse ya!

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LECTURA: UNA MUTACIÓN QUE TRANSFORMÓ AL HUMANO

Dr. Francisco Rivas
Neurocirujano y licenciado en Filosofía

Una pregunta que nace al examinar este tema es: ¿desde cuándo lee el ser humano? Si entendemos la lectura como la capacidad de interpretar signos del entorno, podríamos decir que comenzó desde sus orígenes. Incluso los neandertales –aunque no conocían palabras ni libros– leían los rastros del mundo natural. Sus pinturas rupestres, halladas en cavernas de la península ibérica, en tiempos en que esos territorios eran habitados exclusivamente por ellos, lo atestiguan.

No era, por cierto, la lectura que hoy conocemos –esa de versos, fórmulas o narrativas–, pero ya en ese entonces emergía el pensamiento simbólico, condición precursora indispensable para que, miles de años después, apareciera la lectura tal como la entendemos hoy.

  • Así como nosotros evocamos un poema de Neruda o una imagen de Dylan Thomas, haciendo evidente nuestra memoria y capacidad simbólica, aquellos humanos primitivos debieron ser capaces de recordar escenas de caza, que luego plasmaban en las peñascosas paredes de las cavernas. En ese gesto hay una semilla de lo que vendría: la escritura, la lectura, el relato.

Pero para leer como lo hacemos hoy, no basta con símbolos primitivos o jeroglíficos. Se requiere algo más: un sistema que haya sido perfeccionado hasta convertirse en lenguaje simbólico abstracto. Esa evolución ocurrió –al menos según nuestros registros– en Ur o Uruk, en la antigua Sumeria, alrededor del 3500 a. C., cuando los escribas comenzaron a transformar figuras y dibujos arcaicos en palabras, luego en frases y, más tarde, en relatos. El más antiguo que conservamos es La Epopeya de Gilgamesh, anterior incluso a la Biblia, con la que comparte ciertas resonancias en su contenido.

  • ¿Cómo ocurrió ese tránsito? No lo sabemos con certeza. Pero sí sabemos que desde entonces el cerebro humano comenzó a adaptarse, a moldearse ante esta nueva forma de conocimiento, en un proceso que fue quizás inesperado, pero profundamente revolucionario en la evolución humana.
  • ¿Fue una mutación biológica? ¿O fue la plasticidad del cerebro humano la que lo llevó a crear nuevas maneras de interpretar y comunicar el entorno? Nietzsche decía que leer es siempre interpretar y crear. Tal vez por eso, más que una técnica, la lectura es un acto profundamente humano.

Un libro en la mano –de poesía, de física, de dramaturgia– es sabiduría concentrada. Un verdadero antídoto contra la decadencia mental. Y el cerebro, fiel a su inquietud, no se detuvo. La escritura se fue haciendo más completa, más precisa. La lectura creció con ella y, con cada nuevo texto, alimentó la cognición, la comprensión, la sensibilidad. Así, empujó a la humanidad hacia el conocimiento, hacia la ciencia, hacia el humanismo.

  • Hoy sabemos que la capacidad de leer no se localiza en un solo punto del cerebro. Está distribuida por toda su malla neuronal, aunque algunas zonas –como las regiones témporo-occipitales, el lóbulo prefrontal izquierdo o el sistema límbico– sean más elocuentes en su activación.

Sin embargo, como la lectura es una adquisición reciente en términos evolutivos, no existe aún una estructura cerebral exclusiva para ella. El cerebro hace lo que sabe hacer: reaprovecha, redistribuye, se reinventa. Un ejemplo notable de esa plasticidad es lo que ocurre con ciertos niños que han debido ser sometidos a hemisferectomías –la ablación de uno de los hemisferios cerebrales–, debido a crisis epilépticas graves.

  • Sorprendentemente, en la evolución de estos pequeños pacientes que crecían con la mitad del cerebro, se constató la capacidad de resiliencia del hemisferio restante, que lograba restaurar las funciones del extraído y que, en principio, no le eran propias, demostrando esa extraordinaria capacidad del cerebro para adaptarse.

Y allí está la clave. Sea cual sea su localización exacta, la lectura fortalece, expande, protege nuestras capacidades cognitivas. Nos permite comprender mejor el mundo y a nosotros mismos. Y lo más notable: contribuye –según creciente evidencia científica– a prevenir enfermedades neurodegenerativas y la demencia. Leer, entonces, no solo es un acto cultural: es una forma de cuidado, de resistencia y de evolución.

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SEMIÓTICA: LA CIENCIA DEL LENGUAJE Y LA LECTURA

IMAGEN DEL “É” CUNEIFORME Color photograph: Gary Todd; dibujo: E. A. Wallis Budge y L. W. King; fotografía en blanco y negro: Pymouss; licencia: CC BY-SA 3.0; fuente: Wikimedia Commons.

Por Francisco Crespo
Antropólogo social

La semiótica es el estudio de los signos y el significado. El problema del significado ha sido un eje de la filosofía desde sus inicios, pero no se formalizó como disciplina sino hasta principios del siglo XX.

Quizás recuerdes de tu paso por la escuela el concepto de significado y significante. Esos son los dos componentes del signo. Este fue el aporte de Ferdinand de Saussure, el fundador de la lingüística y la semiótica.

  • Imagina la palabra “casa”. El significado es “un lugar para vivir”, el significante es la colección de sonidos “c-a-s-a”. Lo cruel de los signos es que la relación entre “casa” y “lugar para vivir” es arbitraria. Casa es “house” en inglés, es “ie” en japonés o “𒂍” en cuneiforme –el alfabeto sumerio– que se lee “É” y no sabemos cómo se pronuncia.

El filósofo Charles Peirce extendió esta idea y propuso la “tríada del signo”: signo, objeto e interpretante. “C-a-s-a» es el “signo”, lo que tú lees. La construcción donde vives es el “objeto”, y lo que imaginas cuando te hablan de una casa, eso es el “interpretante”.

Roland Barthes –por su parte– integró elementos de la teoría cultural en el análisis semiótico: la denotación, connotación y el mito.

  • La denotación de “casa” es “lugar para vivir”, la connotación de “casa” es la asociación cultural o emocional que tú haces con la palabra, por ejemplo, “hogar”. ¿Y el mito? El mito es lo que vuelve a una asociación cultural específica, contextual, en algo “atemporal”, algo que parece una definición de diccionario. Los mitos son los que cambian el sentido de las palabras y son la base del análisis semiótico en la antropología.

¿Estás mareado? No te preocupes, yo también.

Lo importante es que analizar signos no es simple. Puesto que todo signo tiene al menos tres componentes y la relación entre dichos componentes no es “natural”, no sigue un conjunto de reglas o leyes, o si las sigue, aún no las conocemos con precisión. La semiótica cognitiva es un subcampo de las neurociencias que busca en los procesos cerebrales las bases biológicas del fenómeno semiótico, por ejemplo, a fin de cambiar esta ambigüedad que mantiene a la semiótica relegada a la filosofía.

  • Actualmente la semiótica sigue siendo una disciplina en auge, con más de 300 artículos ISI publicados solo en 2025, que analizan fenómenos tan complejos como el cine, la guerra y las comunicaciones. Como muestra el trabajo de Rachel Lawes (2018) –sin embargo–, la inclusión de la semiótica en disciplinas como el “neuromarketing” ha generado debate sobre su estatus como ciencia o mera charlatanería.

Entre la ciencia y la filosofía, la semiótica sigue siendo un objeto de estudio relevante y transversal a muchas disciplinas, dadas sus implicaciones biológicas, psicológicas y culturales, porque pensamos como hablamos y hablamos como pensamos, o eso dicen los lingüistas, al menos.

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EL CUESTIONARIO: JAVIERA ERRÁZURIZ TAGLE

Cada semana hacemos las mismas cuatro preguntas a una persona dedicada a la ciencia. En esta edición entrevistamos a Javiera Errázuriz Tagle, doctora en Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid / Pontificia Universidad Católica de Chile.

-¿Qué te motivó a dedicarte a la ciencia?

-Supongo que la curiosidad. De niña me gustaban mucho las historias del pasado que contaban en mi casa, jugaba con mis primas a hacer museos con piedras y cosas viejas que encontrábamos en la casa de mi abuela. Siempre me interesó saber cómo vivían otras sociedades, en otras partes del mundo y en otro tiempo. Cuando fui creciendo, mis intereses estaban claramente en las humanidades, me gustaban la literatura, la historia, las comunicaciones, y entré a estudiar periodismo porque reunía un poco de todo lo que me interesaba.

Pero mientras estudiaba, me di cuenta de que no podía entender (y tampoco explicar) lo que ocurría en la actualidad sin entender su trasfondo histórico, sus causas profundas, por qué nuestra sociedad estaba como estaba, qué cambios y qué permanencias existían con respecto al pasado… y esas respuestas las encontré en la historia. Una de las enseñanzas que más me marcó en mis primeros años estudiando licenciatura en Historia fue la idea de Marc Bloch, de que la incomprensión del presente nace de la ignorancia del pasado.

-¿Cuál es la obra científica que más influyó en tu actividad?

-Esta pregunta es imposible de responder para mí, porque han sido muchas obras las que me han inspirado y me siguen inspirando en mi actividad, tanto docente como de investigación. En la base podría mencionar obras de autores clásicos como Apología de la Historia, de Marc BlochCombates por la Historia, de Lucien Febvre, que leí recién comenzando mis estudios y que me mostraron una disciplina con un horizonte de posibilidades enorme.

Ya avanzando en mis estudios, hay textos clásicos que me fueron introduciendo en los problemas que estoy estudiando hoy, que tienen que ver con las mujeres, el trabajo, las relaciones de género, como La creación del patriarcado, de Gerda Lerner, o De criada a empleada. Poder, sexo y división del trabajo (1789-1950), de Ulla Wikander, o Género e Historia, de Joan Wallach Scott, que son obras que tienen sus años (de las décadas de los 80 y 90), pero a las que siempre vuelvo.

-¿Cuál es el problema científico más importante por resolver?

-Me imagino que, si le haces esta pregunta a alguien de neurociencias, la respuesta va a ser muy diferente. Para mí, un problema histórico muy importante es analizar por qué, pese al desarrollo económico y tecnológico que hemos alcanzando como sociedad, no hemos podido derribar las barreras para conseguir igualdad de oportunidades para las mujeres. Por qué, con todo el conocimiento acumulado de la historia y las ciencias sociales, con toda la evidencia científica sobre las ventajas que trae la equidad de género, persisten las dificultades para que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los varones.

Es muy claro cuando miras, por ejemplo, lo que sucede en la educación superior. Las mujeres van a carreras relacionadas con Educación, Salud y Ciencias Sociales, pero son todavía una minoría en Tecnología y Ciencias Básicas, las llamadas carreras STEM. Esto es relevante, porque esas carreras son, en general, mejor pagadas y más requeridas por el mercado. Entonces, me pregunto por qué sigue ocurriendo esta división.

¿La dificultad para compatibilizar trabajo y familia será un elemento relevante a la hora de decidir el futuro profesional? ¿Podemos hablar de igualdad de oportunidades si todavía, como señala la Encuesta Nacional de Uso de Tiempo 2023, las mujeres dedican casi 5 horas al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, mientras los hombres dedican solo 3? Aquí la historia tiene muchísimo que aportar, para comprender por qué la inserción laboral ha sido un proceso complejo y cuáles son esas barreras que todavía tenemos que vencer.

-¿Cuál es la pregunta que te desvela como científica y cómo la enfrentas?

-Un problema que me interesa mucho (y que algunos días me desvela) es cómo hacemos que el conocimiento histórico que se genera en el mundo académico, en las universidades y centros de investigación, logre difundirse en públicos más diversos, no especializados. Retomando la idea de Bloch, me pregunto cómo hacer que las personas se interesen en la historia, en el pasado, para que comprendan mejor el presente. El contexto no nos favorece: las horas de historia han disminuido en los colegios, la PAES de Historia de Chile ya no es obligatoria (como lo era en la PAA en mi época), y eso dificulta inculcar en niños y niñas la curiosidad por el pasado.

Así, tenemos adultos que estudian y trabajan, pero en los que no está tan presente la reflexión sobre el tipo de sociedad que hemos sido y que queremos ser. La historia es una herramienta excelente para desarrollar espíritu crítico y ayudarnos a navegar en una era de sobreinformación, donde cuesta distinguir qué posturas tienen evidencia científica y cuáles no.

Celebro que hoy haya una nueva generación de historiadores e historiadoras que usan la tecnología para crear productos de difusión del conocimiento histórico, como podcasts, canales de YouTube, cápsulas de TikTok, que buscan llegar a ese público general. Creo que desde la academia también debemos esforzarnos por sacar nuestras investigaciones del círculo cerrado de colegas y congresos, y llevarlas –con lenguaje sencillo y soportes atractivos– a otros públicos. No se trata de banalizar el conocimiento histórico, sino de pensar cómo mostramos lo que hacemos (que es mucho y muy interesante, aunque viene de cerca la recomendación) y cómo podemos generar impacto con nuestra investigación en ámbitos extraacadémicos. Esto, al menos para mí, le da más sentido a mi trabajo científico.

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LA IMAGEN DE LA SEMANA

Fotografía: Felipe Cantillana. Ilustración: Sol Díaz. La tierra de fuego: gente y naturaleza marcadas por el calor profundo.

Por Camilo Sánchez
Geólogo

El volcán Villarrica y un pillán benevolente con el amor trágico  

En la imagen de esta semana recogemos dos fechas clave del mes de abril: el Día Internacional del Libro y el Día de la Tierra.

  • Para esto, revisamos el libro de comunicación y divulgación científica La tierra de fuego: gente y naturaleza marcadas por el calor profundo, editado por la periodista científica Sofía Otero Cavada y creado en el marco del proyecto Explora Conicyt de Valoración y Divulgación de la Ciencia, Tecnología e Innovación del año 2014.

En la obra se contrastan dos dimensiones de conocimiento al analizar e interpretar sitios naturales en Chile. Uno es el análisis geológico de los fenómenos y procesos naturales que originan y dan forma a expresiones terrestres como termas, volcanes, fallas geológicas o archipiélagos.

  • El segundo, es la cosmovisión que se ha tenido de estos a través de leyendas, cuentos y crónicas. De esta manera, en sus páginas se hace un cara a cara entre la geología y la interpretación local, poniendo de frente fotografías e ilustraciones.

Es un viaje entre la geología y la cultura popular, a través de la fotografía y la ilustración, a lo largo de Chile, desde la Región de Tarapacá hasta el territorio Antártico. Se pueden revisar las Termas de Cocha, los Baños de Turi, el campo de géiseres El Tatio, el volcán Licancabur, el volcán Lastarria, la isla de Rapa Nui, el archipiélago de Juan Fernández, el Cajón del Maipo, las Termas del Flaco, el volcán Villarrica, la Zona de Falla Liquiñe-Ofqui, el volcán Osorno, el complejo volcánico Pali Aike, el volcán Cook y la isla Decepción.

La imagen muestra una fotografía del volcán Villarrica al atardecer y su fumarola rojiza característica. Uno de los volcanes más activos del continente y el más monitoreado en Chile. Al costado, una ilustración que retrata a un pillán observando, desde la cima del volcán, el desarrollo del amor entre los hombres y la naturaleza.

La imagen evidencia que los pillanes no solo son espíritus para el pueblo mapuche, que controlan los fenómenos naturales desde sus residencias en los volcanes. También demuestran su fuerza de forma benévola, apoyando a dos enamorados.

El libro es de acceso liberado y lo encuentras AQUÍ.

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BREVES PARALELAS

Por Francisca Munita
Periodista

– ¿POR QUÉ EL 23 DE ABRIL?

El 23 de abril no es cualquier día. Nada hacía presagiar –diría Carlos Pinto con tono sombrío– que Cervantes, Shakespeare y Garcilaso de la Vega morirían coincidentemente en la misma fecha (una coincidencia casi digna de ironía editorial).

  • La Unesco, con buen ojo simbólico, lo eligió como el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor. Se celebra no solo para homenajear a los autores, sino para recordarnos que la lectura no es un lujo, sino un superpoder.

Y, de paso, mostrarnos que no es un castigo escolar, sino una forma de viajar en el tiempo sin moverse del asiento. Además, la lectura no necesita batería, conexión wifi ni actualización semanal. Solo tiempo y curiosidad.

– CURIOSIDADES PARA CELEBRAR LEYENDO

Leer no solo te hace más sabio. También fortalece tus neuronas. Es como levantar pesas, pero con ideas, ¡y sin sudar! Así que ya no valen el “tengo frío, está muy lejos, me duele la espalda”. Conozco sus (mis) excusas. No nos saquemos la suerte entre gitanos.

Las IA también “leen”, pero no entienden. Procesan patrones, no poesía. O sea, pueden escribir una novela, pero sin llorar con el final (nosotros, saquemos nuestros pañuelitos mejor).

En promedio, leemos entre 200 y 300 palabras por minuto. En cambio, el récord mundial lo ostenta Howard Berg, quien dice leer más de 25 mil palabras por minuto. Aunque, claro, nadie ha confirmado si entendió algo.

En la Estación Espacial Internacional tienen una biblioteca flotante. Porque, incluso en gravedad cero, un astronauta necesita una buena historia para dormir.

Los escáneres cerebrales muestran que leer activa más zonas que ver Netflix. Sí, incluso más que cuando aparece Pedro Pascal.

El término bookworm (ratón de biblioteca en su equivalente en español) proviene de insectos reales que se comían los libros. Literal. Son como la versión culta de las polillas (que son más fashion).

Durante siglos, leer fue un privilegio reservado para unos pocos (adivinen para quiénes, ¡ja!). A las mujeres se les desaconsejaba, no fuera que se les ocurriera pensar por sí mismas.

Carl Sagan decía que los libros son “artefactos mágicos”. Pequeños dispositivos que teletransportan conciencia entre cerebros, incluso siglos después. No necesitaremos a Elon Musk para colonizar otras mentes. ¿O sí?

Hay más de 130 millones de libros publicados en el mundo. Pero en la casa siempre rabeas por ese que prestaste y nunca volvió. Viejo y sabio dicho: libro prestado, libro perdido.

En 2014, Amazon patentó una tecnología para enviar libros antes de que los compres, anticipando tu deseo. Básicamente, lee tu mente. Pero no como esa vidente del matinal, sino con algoritmos.

Pero no te lo manda directamente a tu casa sin tu permiso (tranquilo, no aparecerá un dron con Cien años de soledad porque pensaste en Macondo). Solo lo envía a tu zona antes de que lo compres, por si tú –o algún otro ser predecible como tú– decide comprarlo. Logística con bola de cristal.

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RECOMENDACIONES: LEER MÁS ALLÁ DEL LIBRO

Por Francisca Munita
Periodista

Hay más libros que estrellas visibles en el cielo –como comentaba antes, se calcula que más de 130 millones–. Y, como dicen, hay libros para todos los gustos, colores y estados de ánimo. Por eso, en este Día del Libro, quiero recomendar algo distinto: experiencias lectoras donde la ciencia y la tecnología se cruzan con el placer de leer. Aquí van tres que, a mi juicio, vale la pena explorar.

Lectura veloz (con comprensión)
La lectura veloz no es una competencia por leer más palabras en menos tiempo, sino un entrenamiento para optimizar la comprensión y la retención de lo leído. Existen herramientas tecnológicas que ayudan a mejorar la velocidad lectora, mediante formatos visuales que destacan frases clave o eliminan movimientos oculares innecesarios.

Apps recomendadas:

  • BeeLine Reader: cambia gradualmente el color de las letras para guiar el ojo a través del texto y aumentar la velocidad sin perder comprensión. Reduce la fatiga visual y es especialmente útil para personas con dislexia o TDAH. Funciona en navegadores, e-books y documentos PDF, y permite personalizar el gradiente de color.
  • Spritzpresenta las palabras una por una en un punto fijo para eliminar los saltos de línea visuales. Ideal para celulares. Al centrar la visión en una sola posición, permite procesar más palabras por minuto. Su sistema RSVP (Rapid Serial Visual Presentation) ha sido probado para triplicar la velocidad lectora sin perder precisión.
  • Spreeder: mientras BeeLine Reader mejora el seguimiento ocular y Spritz elimina movimientos visuales con su técnica RSVP, esta app permite cargar tus propios textos, ajustar la velocidad, controlar cuántas palabras observas a la vez y hacer seguimiento de tu progreso. Además, tiene ejercicios para mejorar comprensión y memoria, lo que te permite no solo ser más rápido, sino también leer mejor. Disponible en navegador y además como app móvil.

Las tres aplicaciones permiten probar la lectura veloz (versiones gratuitas con funciones limitadas), pero para uso avanzado se requiere pago. Spritz ya no funciona como app independiente, pero su tecnología sigue licenciada en otras plataformas, como ReadFast (extensión para Chrome) o SpeedRead With Spritz (Android).

Lecturas aumentadas (realidad aumentada aplicada a libros)

La lectura también puede ser inmersiva. Libros infantiles y juveniles han comenzado a incorporar realidad aumentada (AR) para complementar la experiencia lectora con animaciones, sonidos y elementos 3D que se activan mediante una app en el celular o tablet. No reemplazan al texto, sino que lo enriquecen visualmente.

App recomendada:

  • Bookful: disponible para iOS y Android, permite escanear ciertos libros físicos para desplegar personajes en 3D, animaciones interactivas y narración en voz alta. Ideal para niños y niñas entre 4 y 10 años.

Dónde comprar libros compatibles:
Librerías como Antártica Buscalibre tienen títulos compatibles, por ejemplo, los de Penguin Young Readers con tecnología AR. Se debe verificar que indiquen “compatible con Bookful” o “AR-enabled”.

Libros prohibidos (lectura y resistencia)

A lo largo de la historia, libros han sido censurados por razones religiosas, políticas o morales. Hoy, muchos de ellos son clásicos de la literatura, la ciencia o la filosofía. Leerlos es también un acto de acceso libre al conocimiento.

Lista confiable y actualizada:

  • Banned Books Week – American Library Association: publica cada año los libros más censurados o retirados de bibliotecas, especialmente en EE.UU.

Dónde encontrarlos gratis:

  • Project Gutenberg: plataforma con miles de libros en dominio público, incluyendo muchos que alguna vez fueron prohibidos.

No podía dejar de incluir la categoría de lo prohibido. Pero no porque esa palabra me suene especialmente atractiva (aunque sí, un poco). La verdad, es para preguntarnos por qué incomodaban tanto. ¿Qué poderes desafiaban? Revisarlos hoy es mirar cómo ha evolucionado la libertad de expresión, pero también ver qué temas siguen siendo incómodos para algunos sectores.

Una reflexión perfecta para el día que conmemoramos. Es cultura, no rebeldía, ¿o quizás un poco de ambas?


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Y esto es todo en esta edición de Universo Paralelo. Ya sabes, si tienes comentarios, recomendaciones, fotos, temas que aportar, puedes escribirme a universoparalelo@elmostrador.cl. Gracias por ser parte de este Universo Paralelo.

  • Mis agradecimientos al equipo editorial que me apoya en este proyecto: Fabiola ArévaloFrancisco Crespo, Francisca Munita, Camilo Sánchez y Sofía Vargas, y a todo el equipo de El Mostrador.

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